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La buena coyuntura del turismo

Septiembre arrastra consigo el final del verano y la finalización de la temporada turística estival, periodo de mayor intensidad de la demanda provocada por los visitantes desplazados a los destinos ofertados en el conjunto de la geografía española. Es imprescindible esperar a que expire septiembre para disponer de una adecuada radiografía de lo que turísticamente han supuesto los meses en que se someten a una mayor tensión los productos turísticos valencianos. En ese sentido, se calculaba a finales de agosto un crecimiento notable en los visitantes y en los ingresos por concepto de turismo, que se veía ratificado a mediados de septiembre, al difundirse que el comportamiento turístico de la demanda receptiva valenciana superaba la evolución media de España, situada ya de por sí en un crecimiento superior al diez por ciento. Una vez se concluyan los correspondientes contrastes de los procedimientos estadísticos que sostienen las estimaciones turísticas realizadas hasta el momento, aparte de desplazarnos desde los actos de fe estadística a la cartesiana realidad de las cifras, los datos demostrarán con toda certeza que se habrá cerrado la temporada turística valenciana del verano"98 con unos valores francamente envidiables, máxime por los antecedentes de partida que ya eran de por sí difícilmente superables. Aunque no se debe perder el rumbo, ya que conviene aprovechar tan inmejorable coyuntura para atender los déficits y permeabilizar a los negocios turísticos de pautas de calidad y competitividad, no se acabe por confundir el medio con el fin, como advierte la máxima de Edward Abbey: "El crecimiento por el crecimiento es la ideología de la célula cancerosa". Entre las valoraciones de signo abiertamente optimista de la campaña turística veraniega"98, destacan los aumentos constantes de la demanda turística, el alto grado de satisfacción e identificación con el producto turístico ofrecido, los incrementos en los niveles de gasto y los consiguientes ingresos de la actividad turística, etc. Es razonable enorgullecerse de unos corolarios tan excelentes de la evolución del turismo, pero dentro de un orden, porque esa aparente autosuficiencia compromete seriamente a los negocios del entramado turístico regional, a través de la bonanza permanente en la que se sumen aparentemente las empresas. Con prudencia y sosiego procede argüir algunos aspectos que invitan a reflexionar, si quiera momentáneamente, sobre esa atmósfera que se vislumbra del turismo valenciano, que en nada beneficia, lamentable y finalmente, a las empresas y trabajadores del sector turístico, si no se encuadra adecuadamente en los parámetros que corresponde. Primero. Dado que el resultado de la campaña turística presente y el de las pasadas son buenos, cabría suponer que en justa correspondencia se estarán registrando unos elevados ingresos entre las empresas del sector turístico. Esa trayectoria y sus encadenados excedentes empresariales se correlacionan, a su vez, con un esfuerzo fiscal proporcionalmente superior de estos negocios al efectuado por aquéllos caracterizados por una evolución menos satisfactoria. El esfuerzo fiscal realizado, como consecuencia de los superiores ingresos obtenidos por las empresas del sector turístico valenciano, con porcentajes de ocupación o ventas próximos a la plena capacidad de las instalaciones disponibles, debería revertir, ante todo, sobre estos mismos negocios, por medio de medidas ad hoc para las empresas turísticas y con políticas laborales singulares para sus trabajadores. Y, en su caso, para los ciudadanos en general de la Comunidad Valenciana, por su derecho a rentabilizar prioritariamente la contribución al esplendor económico que viene canalizando el sector turístico valenciano. Sector que se constituye en pilar básico de la economía valenciana. Segundo. El éxito empresarial que traza la senda positiva por la que caminan las empresas turísticas en la actualidad, justifica una reducción progresiva de las ayudas concedidas por la administración turística a numerosas entidades adscritas a esta actividad, con objeto de financiar la modernización de sus instalaciones -que adolecen todavía en promedio de un elevado grado de obsolescencia-, la formación de sus trabajadores o respaldar campañas promocionales. Una tendencia tan fructífera de la coyuntura del turismo, abre el debate sobre la oportunidad de exigir de los negocios de este sector la orientación de parte de los ingresos obtenidos en esta fase alcista, hacia la reinversión en sus flancos más débiles. Otro caso sería si los datos conocidos hasta el momento sobre evolución del turismo valenciano expresaran elevados porcentajes de ocupación, con ventas por debajo del precio y el mantenimiento de demandas escasamente remuneradoras de las inversiones empresariales efectuadas, pues tal realidad difuminaría el papel presuntamente desempeñado por esos ingresos. En ese sentido preocupa la constatable falta de traslación consistente de tal escenario a la creación de empleo estable en el sector turístico. Tercero. La difusión pública de estados de coyuntura inmejorable alimenta una espiral de posposición indefinida de proyectos nuevos, que acaban dirigiéndose a zonas aparentemente más necesitadas, donde no se difunden tantas excelencias de sus economías. Así encuentran explicación, en ocasiones, los diferenciales tan elevados que se perciben entre comunidades o ciudades, fruto posiblemente de una cierta autocomplacencia, fundamentada en lecturas subjetivas de la realidad. Cuando los territorios se encuentran en una etapa, ámbito o situación manifiestamente mejorable, tienen cabida eventos y actuaciones de distinto signo y de un amplio espectro de atracción con los que afianzar el avance programado. Si bien, resulta imprescindible efectuar previamente un diagnóstico interno realista que siente las bases de las carencias que se pretenden atender y resolver a partir de una decisión de ese calado. Y cuarto. Existe un argumento fácilmente esgrimible para justificar la comunicación de una buena evolución de los negocios, pero dentro de una coordenadas de sensatez. Concretamente, se está haciendo referencia al escaso atractivo que atesora un destino turístico cuando se encuentra inmerso en una fase de deterioro, bien sea por conflictos, envejecimiento o decadencia de sus originarios atributos, en opinión de la demanda turística. De ahí que se encuentre dentro de los parámetros de normalidad, la transmisión de una imagen de espacio competitivo, ajeno a crisis insalvables y que atesora una clientela satisfecha, todo lo cual es susceptible de motivar a otros turistas a conocer ese destino. Pero ello no debe justificar un chauvinismo mal entendido, dado que tal actitud puede acabar teniendo un efecto bumerán, al provocar entre los turistas una mayor inclinación por acudir a destinos menos masificados de lo que inducen los indicadores utilizados, los cuales terminan dañando la imagen del destino que se trataba de promocionar. Estas son algunas de las posibles interpretaciones que inducen, desde otra perspectiva, las cifras de una campaña turística que, como la que cerró el mes de septiembre de 1998, es motivo de satisfacción para todos los valencianos. Sin embargo, en posicionamientos próximos a la excelencia derivados de unas simples cifras encuentra buena parte de su sentido la injustificable expresión acuñada durante décadas de "Levante feliz", que si por una parte no responde en absoluto a la situación de esta región en ningún momento de su historia reciente o lejana, por otra parte, ha amparado la exclusión de la Comunidad Valenciana de proyectos e inversiones que habrían acompañado la necesaria actualización de un territorio que ha dejado pasar muchas oportunidades en el transcurso de este siglo, y muy significativamente en los últimos años. Hoy intranquiliza el riesgo que supone para la Comunidad Valenciana perder su condición de Objetivo 1 de la Unión Europea y todo lo que ello lleva consigo. Esperemos que tal peligro no engrose la lista de agravios que nos distancian aún de la convergencia real con Europa, donde el turismo, como actividad económica, puede contribuir muy eficazmente.

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