Ley contra la razón de Estado
A principios de los años sesenta -en el más acendrando franquismo-, quien le escribre era un españolito despistado, con su carrera de Derecho recién terminada que no sabía qué hacer. Tomé la providencial decisión de irme a Londres, donde trabajé en toda clase de oficios (principalmente agrícolas y de hostelería) durante cerca de un año y medio.Pasa a la página siguiente
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Allí aprendí, además del idioma, a ser libre, conocí por primera vez la tolerancia y asenté para siempre mis convicciones democráticas. Gracias a aquella vivencia británica cambió completamente mi forma de ver la vida, y siempre me sentiré por ello agradecido y deudor de tan gran pueblo, al que sinceramente admiro.
Hoy, muchos ciudadanos de a pie de este país nos hemos llevado un soberano disgusto con la decisión de un juez, lord Binghan, que, para aprobio de la justicia de aquel gran país, ha conseguido poner históricamente su nombre a la altura del de Adolfo Hitler, dando el trato de jefe de Estado a un genocida.
Yo espero que las cosas no quedarán así. El pueblo y el sistema político británico, ¡estoy seguro!, no van a sancionar tal desmán. Esperemos la definitiva decisión con confianza y, mientras, sigamos llevando -como Pablo Neruda hizo con España en similar ocasión- a Chile en el corazón.-
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