La bicicleta y el taxi

Si no me suele gustar ser agorera, menos aún hacer leña del árbol caído porque en esta vida las escaleras son igualmente válidas a la hora de subir y de bajar y no de humildad precisamente parece vivirse en el panorama político. Aún así, no puedo evitar tener fresco en mi memoria el recuerdo del día en que en nombre de la pureza ideológica de la izquierda se invitó cortésmente a abandonar IU a los integrantes de Nueva Izquierda, asegurando que ello no sería perjudicial para la organización y que, además, cabíamos en un taxi. Vistos los resultados de estas autonómicas ya me gustaría saber dónde están los votos, el apoyo y la confianza que prestaron los electores a esa IU más plural y que ahora han retirado, apareciendo dos diputados más en eso que se llama "la causa común" de la izquierda. Quienes nos fuimos en taxi tuvimos por lo menos la sensatez de sumar en vez de restar mientras otros decidieron montar la bicicleta del camino que lleva a Lizarra sin caer en la cuenta de que quien no se apellida Ibarretxe, Otegi o Garaikoetxea, al final acaba pinchando. Quien se apellida de otra manera tiene que tener las cosas más claras y, sobre todo, debe aprender a tener menos soberbia, más humildad. En un país en el que la política es desconcertante y en el que el enredo político y la confusión venden mucho, es de sabios reflexionar sobre un mañana que cada vez se nos antoja más incierto. Si en algo nos tenemos que empeñar la izquierda vasca es que en los taxis que llenemos vaya un mensaje de igualdad, solidaridad y, como decía Rosa Díez, mestizaje, que para purezas ideológicas ya están los de la bicicleta.- . Miembro del Consejo Político Federal de Nueva Izquierda. .