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Stefano Poda viste a Aida con polisón en la inauguración del ciclo Òpera a Catalunya

En lo visual, la Aida que esta noche abre en Sabadell el ciclo Òpera a Catalunya viste con polisón. Stefano Poda (Trento, 1966), director de escena italiano responsable de esta nueva producción de la popular ópera de Verdi, ha recurrido a los módulos de representación que el romanticismo del siglo XIX tenía del Egipto faraónico. En lo conceptual, sin embargo, Poda bucea en la tragedia griega y el teatro kabuki. "Yo veo esta ópera como una tragedia griega, y pese a que el libreto, excesivamente melodramático, no me interese, lo respeto e intento ser fiel a la música", afirma.

Dirigida musicalmente por el uruguayo Federico García Vigil y protagonizada por la soprano Judith Borràs, el tenor Antonio Lotti, la mezzosoprano Sylvia Corbacho y el barítono Vicente Sardinero, esta nueva producción de Aida se representará en el teatro de la Faràndula de Sabadell hoy y los días 6, 8 y 10 de noviembre. Después viajará al Teatro Municipal de Girona, el día 12; al Centro Cultural de Sant Cugat del Vallès, el 14; al Teatre Fortuny de Reus, el 19, y el 15 de enero próximo se presentará en el teatro Villamarta de Jerez de la Frontera. Que hasta ahora Aida es una de las óperas que más ha odiado Stefano Poda es algo que el director de escena italiano no oculta: "Cuando era adolescente trabajaba durante los veranos en la Arena de Verona y ver aquel circo de Aida año tras año se me hacía insoportable. Reconozco que nací con una idea deformada de esta obra, porque lo que veía no se correspondía con la música que oía. Pero Mirna Lacambra, responsable del ciclo Òpera a Catalunya, mostró tanto entusiasmo cuando me propuso dirigirla escénicamente que no pude decirle no. Los medios y el escenario en Sabadell son muy limitados y esto siempre es un inconveniente, pero aquí me ofrecen la libertad para experimentar y equivocarme, algo que no siempre encuentra un director de escena". Poda asegura que no ha querido renunciar a nada de lo que Aida ofrece a un director de escena, pero que su concepto de la obra no es sinónimo de espectacularidad. "Que nadie piense que Aida es una ópera intimista; es una ópera grande, pero las óperas grandes han sido utilizadas frecuentemente como pretexto para hacer espectáculos aparatosos que olvidan la verdadera complejidad de la obra. A mí lo que me interesa es la grandiosidad temática, y a pesar de que mi carácter no es para Verdi, la profundización en la partitura, una obra de madurez del compositor, y en el concepto me ha dado las claves de esta producción". No quiere el director de escena que se piense que su inicial odio por Aida le ha llevado a crear una producción, de cuya escenografía y vestuario también es responsable, con la idea de ir contra la obra. "He hecho un montaje coherente con mi trayectoria, que sólo pretende ofrecer mi visión particular de la ópera, que es respetuosa con la música. Si existe una pretensión no es otra que la de respetar la música de Verdi", asegura. Como en otros montajes suyos, Stefano Poda adopta la óptica de la época en que fue compuesta la ópera para traducir visualmente la obra. "Ambiento Aida en el Egipto faraónico, como indica el libreto, pero el mío es un Egipto visto desde el prisma de los contemporáneos de Verdi, desde la óptica que se tenía en el siglo XIX. Al igual que Rafael pinta sus madonnas con ropajes renacentistas, yo visto a Aida con polisón". "Entiendo que Egipto es para Verdi un pretexto", continúa Poda. "Él es un músico político y en esta obra la política está muy presente. Desde mi punto de vista, Verdi ve a Amonasro, el rey etíope, como un Garibaldi. Si no es así, ¿por qué tanta fuerza y tanta cabaletta? Yo visto a los etíopes de rojo, el color de los garibaldianos. En cambio, el poder opresor, el rey de Egipto y los sacerdotes, para Verdi la Austria opresora, lo visto de negro. El blanco es sólo para el amor como liberación, al estilo wagneriano". En lo conceptual, Poda recurre a la tragedia griega -"me interesa como tratamiento mitológico de personajes, los protagonistas son héroes prototípicos, y en la función del coro"- y al teatro kabuki -"hay un tratamiento por analogía en la obra y en el uso de formas simbólicas"-. "La mayor aportación de esta Aida está en la concepción del espectáculo, en la reflexión teatral, no en la parte visual", advierte el director de escena, quien no duda en declararse un esteticista nato. Pero su concepción de esta Aida no todos la tiene tan clara como él. "A los cantantes les cuesta ver cuál es mi idea de la obra porque no encuentran referentes", reconoce.

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