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PROCESO DE PAZ EN EL PAÍS VASCO

La presidenta de los damnificados haría un "esfuerzo sobrehumano" para perdonar

Ana María Vidal-Abarca quedó viuda un día de enero de 1980, cuando su marido, el comandante Jesús Velasco Zuazola, jefe de la policía foral de Álava, acababa de dejar a sus hijas en la puerta del colegio de las Ursulinas de Vitoria. De un taxi salió un joven armado. Le siguió otro, que descargó una ráfaga mortal de metralleta sobre el militar. Las niñas lo vieron. Ana María cogió a sus cuatro hijas, cerró su casa natal y se trasladaron a vivir a Madrid. Al año siguiente fundó la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Desde 1989 la preside.Dice que abandonó el País Vasco porque para deshacerse del odio, para alejar a sus hijas del resentimiento y la venganza, era mejor poner tierra de por medio. Hoy han pasado 18 años. Uno de los asesinos está en México. El otro acaba de ser condenado a 30 años de cárcel. Sus hijas se han casado y ella sigue luchando para que se reconozcan los derechos de quienes han padecido el terror. Asegura que, como cristiana, si los asesinos le piden perdón, les perdonará, aunque necesite realizar "un esfuerzo sobrehumano", porque el mal lo han hecho ellos, no las víctimas.

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Dice también que en la Asociación sí creen que la tregua va en serio, y que nadie se alegra más que ellos. "Que hemos sufrido la crueldad de ETA hasta el límite de nuestras fuerzas". Pero advierte: "Sabemos que no lo hacen por arrepentimiento, sino porque la gente se hartó tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, porque han encarcelado a la Mesa de HB y no ha pasado nada, porque la política antiterrorista les golpea. Ahora ven mejor luchar a través de la palabra. Si lo hubieran pensado hace 30 años, nos habríamos ahorrado mucha crueldad inútil".

"Sabemos que quienes han destrozado nuestras vidas saldrán pronto a la calle, tan campantes, y que no van a pagar ni cárcel ni dinero. Lo aceptamos porque no queremos ser un obstáculo para la paz, y no hay más remedio. Pero que no nos exijan lavar la conciencia de nadie. Seguimos reivindicando nuestro derecho a la justicia y, ya que no la vamos a obtener, al menos el derecho a quejarnos".

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