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FUTBOL / Octava jornada de Liga

El Camp Nou se entrega a Rivaldo

El brasileño, autor de dos goles, capitalizó el triunfo ante la Real Sociedad

Ramon Besa

En unas jornadas que invitan al recogimiento, el Barça se entregó a la jarana. Rivaldo montó un carnaval en el Camp Nou con la Real de convidado. Volvió a levantarse la zamarra el brasileño, signo de triunfo de equipo y también de locura futbolística y, de felicidad y de paz con uno mismo; de nuevo afloraron pañuelos de bondad y cánticos festivos en la grada, muestra del bienestar y alborozo de la hinchada; y ya tiene desde ayer el barcelonismo un resultado al que agarrarse, cuatro goles a los que remitirse, cuando vuelvan malos tiempos, que reaparecerán, si Van Gaal sigue empeñado en leer los partidos con retraso.El futbol caliente, pasional, de los brasileños, redimió de nuevo a un equipo que se rebela contra la ciencia, la fiabilidad y la programación. El punto de partida es siempre el mismo pese a que el plantel va dando vueltas en la pizarra a cada partido. A la que Van Gaal da la alineación, el hincha responde con una mueca y los futbolistas desfilan hacia el mango del futbolín. El sentido común dice que ni Cocu es lateral zurdo ni Rivaldo merece quedar aparcado en el margen izquierdo. Pero al técnico, un tipo terco, le cuesta atender al buzón del socio, así que se impone un rato de tortura.

BARCELONA 4 - REAL SOCIEDAD 1

Barcelona: Hesp; Okunowo, Abelardo, Reiziger, Cocu (Sergi, m. 46); Luis Enrique (Zenden, m. 64), Xavi, Giovanni; Figo, Anderson y Rivaldo (Ciric, m. 89).Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, Aranzabal; Gómez, Kubhauer, Sa Pinto, Jauregui (De Pedro, m. 65); Kovacevic e Idiakez (De Paula, m. 59). Goles: 0-1. M. 23. Error de Cocu y Kovacevic cabecea el centro de Sa Pinto. 1-1. M. 32. Figo desde la zona derecha lanza un centro que cabecea Rivaldo. 2-1. M. 36. Rivaldo lanza con rapidez una falta, toca Giovanni de cabeza y Anderson, con la clavícula, se adelanta a Alberto. 3-1. M. 63. Rivaldo desde la frontal del área se hace un autopase, lo recoge dentro del área y regatea a Alberto. 4-1. M. 87. Rivaldo lanza hacia Anderson, que tras una indecisión de Giovanni, recupera y marca de rabona. Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Aranzabal, Kubhauer, Pikabea y Sa Pinto. Camp Nou. Unos 70.000 espectadores.

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El indiscutible líder del ataque

Los delanteros no se desmarcan, los medios ceden muy pronto y la defensa no aguanta. El equipo no se extiende por la cancha, resta petrificado, con cada futbolista guardando su puesto, libro de instrucciones en mano, presa del cangelo, sabedor que el error de uno supone irremediablemente la condena de todos. Momentos en que el rival juega a gusto. El gol de la Real estaba cantado.

El grupo de Krauss llevaba un cuarto de hora campando por el estadio. Jáuregui ayudaba a cerrar, Gómez aspiraba y Kuhbauer se ofrecía en cada jugada, a la espera de que Sa Pinto y Kovacevic entraran en juego. La aparición del portugués fue letal: visto que Cocu, fuera de sitio, perdía el balón en cada salida, Sa Pinto se dejó caer por su costado, le robó la pelota y se la puso a la cabeza de Kovacevic.

El gol del contrario provoca entonces la réplica inmediata del Barça. Fue así ayer y en muchos otros partidos del curso. Siempre obligado por el marcador, el colectivo azulgrana se deja ir, se entrega a la naturalidad y racionalidad de Xavi; al esfuerzo de Figo y, sobre todo, se encomienda a Rivaldo. Queda el encuentro a merced del zurdo brasileño, de sus biorritmos, de su estado de forma, de su ansiedad, de su juego imprevisible, lejos del banquillo.

Y anoche Rivaldo estuvo incontenible. Marcó un primero gol que habría firmado Kocsis. Xavi abrió para Figo, el portugués centró desde la derecha con la zurda y Rivaldo cabeceó como un delantero centro a la antigua: atacando a la pelota, con un giro de cuello terminal que alojó el cuero en la base del poste. No se conformó. Montó también el segundo, obra exclusiva de brasileños: metió Rivaldo en profundidad para la cabeza de Giovanni y la dejó puesta el media punta para la llegada de Anderson, que se ayudó con la clavícula izquierda para firmar el remonte azulgrana. Y, para firmar el triunfo, Rivaldo metió un tercer tanto antolótico.

Liberado, necesitado de juego, ansioso por meterse en cada jugada, Rivaldo apareció por la media luna, se dijo que aquella pelota era suya, se concedió un autopase con el que, de un toque a media altura, eliminó hasta a tres zagueros y se la dejó mansa, frente a Alberto, solamente al alcance del delantero, que adornó el trabajo con un regate soberbio al meta y un punto final tan delicioso que la hinchada, pañuelo en mano, babeó.

Hubo tiempo incluso para un cuarto gol, materializado por Anderson, feliz por sentirse más un competidor de Kluivert que su primer suplente, y también para hasta otras seis llegadas del grupo azulgrana, volcánico, generoso, atrevido, apetitoso ante una Real entregada, mal puesta en la cancha, blanda de pies y manos. El grupo de Krauss se lo dejó hacer todo en el segundo tiempo, y el Barça, necesitado de reecontrarse con la victoria en su feudo, no le dio respiro. El caudal de juego azulgrana resultó tremendo. Rivaldo lo capitalizó en un último acto muy emotivo.

El brasileño había llenado el partido desde todo el frente de ataque y Van Gaal, por una vez, fue sensible con la ciudadanía culé: sustituyó a Rivaldo en el último minuto para que recogiera la felicidad de la hinchada, entregada a su ídolo por haberles dado, por fin, una gran noche de fútbol.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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