En manos de padres y entrenadores

Cuando la vida de una deportista niña deja de ser un cuento de hadas, normalmente no hay que buscar muy lejos para hallar al culpable: o bien tiene un padre dominante o bien su entrenador es una persona sin escrúpulos. Y el problema no tiene fronteras.Aún está reciente el caso de María Pardo, la gimnasta rítmica española que denunció el régimen insoportable de la selección nacional. O las demandas de la tenista francesa Mary Pierce contra su padre, antecedente directo del caso Moceanu.

Moceanu, además, posee el triste registro de haber pasado por las manos del paternal e hiperexigente técnico Bela Karolyi, que también entrenó a Nadia Comaneci, Mary Lou Retton y Kerri Strug, y que tuvo que cerrar su gimnasio ante la avalancha de críticas.

A otras jóvenes estrellas la destrucción les llega por su falta de asimilación del éxito. La patinadora Oksana Baiul ganó el oro olímpico en 1994, a los 16 años. Tres años después fue detenida por conducir borracha. La tenista Jennifer Capriati, profesional desde los 13 años, fue arrestada antes de cumplir los 20 por robar en una tienda y por abuso de drogas.

Tampoco todo es negro. Otras jóvenes prodigio han sobrevivido: las patinadoras Tara Lipinski y Michele Kwan; las tenistas Martina Hingis, Chris Evert, Monica Seles, Steffi Graf...