Un central con alma de delantero
Con toda probabilidad, Hierro se debate en un conflicto interno. Todos los entrenadores le consideran uno de los mejores centrales del mundo, pero su cuerpo le pide riesgo y goles, porque tiene alma de delantero. Durante toda su carrera ha proclamado su preferencia por jugar en el centro del campo, que es una manera de decir que quiere estar cerca del área, sentir la proximidad del remate y la plenitud del gol.Hierro puede esgrimir buenas razones para verse fuera de la defensa. Cuando Antic le colocó como centrocampista, o mejor, como mediapunta camuflado, marcó 21 goles, una cifra notabilísima incluso para los mejores delanteros. Sus cualidades frente al gol son indiscutibles: magnífico en el juego aéreo, gran pegador y con un sentido muy preciso de la llegada.
Sin embargo, estos datos se contestan con otros igual de interesantes, y quizá más significativos. Hierro ha ganado tres Ligas y en las tres lo ha hecho como defensa (con Toshack, Valdano y Capello), sin que su producción de goles se resintiera demasiado. A cambio, este central con vocación de delantero acostumbra a resolver con maestría los problemas defensivos más complicados. Por citar uno de sus mejores momentos: su actuación en la final de Liga de Campeones frente al Juventus fue un curso insuperable de calidad defensiva.
El efecto de Hierro sobre el equilibrio del equipo (el Madrid o la selección) es mayor como defensa que como centrocampista, una posición que le satisface en el plano individual pero que tiene una repercusión bastante limitada en el aspecto colectivo. En el centro del campo, y especialmente en la posición que le diseñó Antic, Hierro juega para Hierro. En el eje de la defensa, Hierro juega para todos. Y sin perder de vista el gol.
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