_
_
_
_
LA SECCIÓN OFICAL

Papá se ha ido de casa

No deja de ser curioso que las dos películas presentadas a competición en el día de ayer incidieran sobre el mismo tema: la ausencia del padre. Dos cintas bien diferentes que, sin embargo, compartían un mismo núcleo temático para trasladar dos concepciones del mundo absolutamente opuestas. La siria El desplazamiento, de Raymon Butros, ubica su acción en los agitados años cincuenta para contarnos la insípida aventura de un tallador de piedras que abandona a su familia. Desconozco si el cine sirio posee una amplia filmografía ambientada en los periodos más convulsos de su historia reciente, tal y como ocurre con el cine español y la guerra civil. El caso es que este filme nos sitúa 50 años atrás de manera injustificada para desgranar unos argumentos que bien podrían servir para el presente. Cuando Butros profundiza en las relaciones sociales del drama (con temas como el papel de la mujer o la violencia familiar) la película se sostiene firme. Sin embargo, al hacer su aparición la política, se convierte en una aburrida descripción de cambios gubernamentales sin el más mínimo atisbo de crítica hacia los poderes establecidos. Ni más ni menos que muchas películas del franquismo, exentas de una lectura sesgada de la realidad y basadas tan sólo en la anécdota dentro de la sociedad de la época. Tambien el padre huye de casa en La noche del destino, del argelino Abdelkrim Bahloul, un fallido intento de cine policíaco-religioso que nos enseña los barrios magrebíes de París. A partir de un asesinato, el único testigo de éste abandona la familia, se larga a Argelia por las buenas y nos priva a nosotros del personaje más atractivo de la historia. Nos deja en manos de un policía sabelotodo, un técnico de sonido listillo y unos asesinos chapuceros. Unos patéticos personajes para resolver una trama digna de los peores telefilmes. El resultado es un filme que, de tanto querer aproximarse a la tradición del mejor cine fránces de serie negra, resulta ridículo. Si a lo dicho añadimos una excesiva dosis de doctrina religiosa y una desdibujada historia de amor interracial, nos encontramos con este extraño híbrido que nos hace dudar de la capacidad de determinadas cinematografías para importar un cine de género digno. Eso sí, las continuas citas al Islam y a los libros sagrados permiten al espectador salir de la proyección con un vasto conocimiento de la religión mahometana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_