"¿A-Cosa-do?"
¿Por qué no puedo evitar, pese a todo, mi coté Blancanieves, mi infinita capacidad de confianza? No es que me haya apresurado a creer en el cambio de actitud del miserable honorable Milosevic: de sobra sé que se trata de una maniobra dilatoria, y que ya se sacará algo de su capucha de verdugo para seguir entreteniendo a los bobaliados mientras continúa con su sucia limpieza étnica. Pero, qué quieren, no he dejado de ilusionarme ante la posibilidad de que La Cosa que manda en Marbella esté siendo realmente acosada por la maquinaria judicial. Cuando escuché por televisión las palabras mágicas (fiscalía anticorrupción), un estremecimiento completamente memo me meció, recordándome los tiempos en que solía comerme la manzana con su veneno y su gusano.Digo estremecimiento memo porque es la otra parte de la noticia, o bien la noticia complementaria de la acción judicial, lo que debería haberme puesto los felpudos de puntas. A saber, que el mucho busto (el gusto era suyo) de Francisco Franco, que en tiempos también suyos presidía la plaza de los Naranjos, haya sido colocado a la entrada del Ayuntamiento, por orden del propio Ello, en espera de encontrarle "un lugar digno en la ciudad".
Aten cabos, mis cuates, utilicen las meninas. ¿Quién sacó a Gil y Gil de la cárcel, do moraba y no precisamente como alcaide, por el hundimiento de la urbanización de Los Ángeles de San Rafael y sus 58 muertos? ¿Quién le indultó, en el 72? El del busto, justamente. O sea que, otra vez, viéndoselas venir, La Cosa ha empezado a rezarle a su salvador. Puede que, incluso, le esté convocando mediante sesiones de espiritismo, y que le haya prometido ponerle un caballo de bronce debajo, si intercede de nuevo a su favor, a través de una de sus muchas reencarnaciones en la tierra.
Nada ocurrre porque sí.
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