Pujol protagonizó la recepción que ofreció el Rey por la fiesta nacional
"Hoy no toca hablar, de nada". Así de cortante se mostró el presidente catalán, Jordi Pujol, con los periodistas que le abordaron ayer tarde en el Palacio Real, durante la recepción ofrecida por el Rey con motivo de la fiesta nacional. Su mutismo no pudo evitar que se convirtiera en el protagonista del acto, tras sus recientes declaraciones en las que negaba que España sea una nación. El otro protagonista, por su ausencia, fue el vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, quien se ha tomado unos días de vacaciones fuera de España, según acabaron reconociendo fuentes gubernamentales, ante la insistencia de los informadores.
De los 1.200 invitados que acudieron ayer tarde al Palacio Real, Pujol fue el que acaparó más miradas. Más incluso que Isabel Preysler, la esposa del ex ministro de Economía Miguel Boyer, habitual centro de atención en estos actos. Su presencia en la fiesta nacional, tras seis años de ausencia, y justo después de sus polémicas declaraciones, se interpretó como un gesto de apaciguamiento. Pujol no se había librado, no obstante, de las críticas del presidente andaluz. Manuel Chaves, quien le acusó de practicar la "hipocresía nacionalista".El presidente de la Generalitat no fue, sin embargo, el único disidente en la recepción. Allí estuvo también el coordinador general de Izquierda Unida, el republicano Julio Anguita, quien siempre ha matizado que su respeto al Rey se debe a su condición de jefe del Estado y no de Monarca.
Por la mañana, don Juan Carlos presidió en la madrileña plaza de Colón el desfile conmemorativo del 12 de octubre, en el que participaron 3.600 miembros de los tres ejércitos, 200 vehículos y 76 aeronaves. El Rey, con uniforme de capitán general del Ejército, estuvo acompañado en la tribunal por la Reina, el Príncipe de Asturias y los duques de Lugo y Palma de Mallorca. La bandera nacional, desplegada sobre un mástil de 18 metros de altura y dibujada en el cielo por los siete aviones de la Patrulla Águila, fue el centro de una jornada con tiempo primaveral. Varios miles de personas, muchas más que en años anteriores, presenciaron la parada militar.
Como es habitual, las unidades más aplaudidas fueron las de la Guardia Civil y la Legión, que cruzó la plaza a ritmo ligero, recuperando su marcha tradicional de 180 pasos por minuto. Las altas temperaturas hicieron que el personal sanitario del Samur tuviera que atender a 61 personas, en su mayoría a causa de lipotimias.
Encabezados por José María Aznar, asistieron todos los miembros del Gobierno, salvo los dos vicepresidentes -Rodrigo Rato estaba reunido con sus homólogos comunitarios en Luxemburgo, de donde regresó por la tarde- así como los presidentes del Congreso y el Senado, Federico Trillo y José Barrero, el del Tribunal Constitucional, Álvaro Rodríguez Bereijo, y del Poder Judicial, Javier Delgado, entre otras autoridades.
El candidato socialista a La Moncloa, José Borrell, fue el más destacado dirigente político ajeno al PP, mientras que la tribuna reservada al público tuvo un asistente de excepción: el ex presidente de los EEUU Jimmy Carter.
Por el contrario, la presencia de presidentes autonómicos fue muy menguada. Acudieron Alberto Ruiz-Gallardón (Madrid), Eduardo Zaplana (Valencia), Miguel Sanz (Navarra) y Sergio Marqués (Asturias). Por la tarde, ya en el Palacio Real, se les unieron Manuel Chaves (Andalucía), Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Extramadura) y José Bono (Castilla-La Mancha), entre otros.
El Gobierno estudió la posibilidad de que la bandera española estuviera acompañada ayer por las enseñas de las 17 comunidades autónomas, pero al final descartó la idea. Tampoco prosperó, por falta de tiempo, el proyecto de invitar a desfilar a unidades europeas, a ejemplo de lo que hicieron las tropas españolas, que desfilaron por París en la fiesta del 14 de julio.
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