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Los patriarcas de las 3.000 Viviendas se comprometen a que haya paz tras el crimen

Los patriarcas gitanos, los hombres de respeto de las 3.000 Viviendas, uno de los barrios más castigados de Sevilla, se han comprometido a mantener la paz para evitar males mayores tras la trifulca multitudinaria que se originó el domingo a raíz de la muerte de un hombre tras una pelea por un perro. La reyerta, en la que se llegaron a reunir más de 300 personas, ha obligado a la policía a mantener un retén de vigilancia en la zona para evitar males mayores. Los hombres de respeto se reunirán esta semana con la policía.

La trifulca originada en las 624 Viviendas, un subsector de las Tres Mil Viviendas, se había apagado ayer. Un visible retén policial contribuía a apaciguar unos ánimos que en la tarde del domingo se habían soliviantado por una discusión sobre un perro ocurrida días atrás. Fuentes policiales aseguraban ayer mismo que una reunión entre los jefes de las principales familias de la etnia gitana -los hombres de respeto- había llevado la paz a la zona. Sin embargo, fuentes de esta comunidad negaron por la tarde que este encuentro en la cumbre se hubiera producido. Las citadas fuentes de la comunidad romaní mostraban por la tarde su malestar por el tratamiento que se había dado a la reyerta multitudinaria, que obligó a la policía a enviar a los antidisturbios y a pedir refuerzos. De hecho, estaban especialmente molestos por que se hubiera relacionado con los hechos a los familiares de Manuel Silva Vázquez, más conocido como Tío Casiano. "La familia de este hombre no ha tenido nada que ver. Han sido otros, con sus nombres y apellidos, y no se puede hablar de familias gitanas en general porque es un perjuicio para esta comunidad y un paso atrás", reprendía ayer Antonio Torres, uno de los líderes de Unión Romaní. Fuentes policiales rectificaban ayer y aseguraban que el fallecido era "un Vargas, perteneciente al grupo de los Quinet". La pelea no se había originado en caliente. El detonante había sido un incidente por un perro de compañía ocurrido hace varios días. La bronca, que echó a la calle a más de 300 personas, había permanecido soterrada hasta el domingo por la tarde, cuando los dueños del perro y los parientes de quien le había pegado una patada al animal se volvieron a encontrar. El fallecido, Antonio Vargas Romero, de 48 años, había salido a la calle precisamente para evitar que la pelea llegara a mayores. Sin embargo, una puñalada limpia acabó con sus intenciones. La policía ha escoltado hasta Extremadura a la joven que llevaba el perro pateado y a algunos de sus familiares para evitar que se vean envueltos en algún tipo de venganza. Además, responsables policiales tienen previsto mantener durante esta semana un encuentro con los responsables vecinales de la zona para que incidentes como el del domingo no se vuelvan a repetir.

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