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Titanio sobre dos ruedas

Mikel Ormazabal

Con la coraza metálica del museo Guggenheim, Dionisio Coronado podría surtir de bicicletas a todo el pelotón internacional durante años y años. Sólo necesita seis kilos de titanio para construir la bicicleta de competición más ligera del mundo, el resultado de una combinación perfecta entre la artesanía y la ingeniería. Aunque Dionisio no es artesano ni ingeniero, conoce las propiedades del titanio tanto como domina el mundo de las bicis. Su profesión de mecánico le condujo a la detección de averías en vehículos pesados. Hoy es un autodidacta incansable que invierte el tiempo libre en la experimentación de nuevos materiales. Hace unos 20 años, cuando el titanio se empleaba exclusivamente en la industria aeroespacial, Dionisio comenzó a ensayar con él y calibró su aplicación en el ciclismo. Tomó una bicicleta y empezó a desarmarla en mil pedazos. Con todo el amasijo de piezas de acero, aluminio y fibra de carbono, este granadino afincado hace muchos años en San Sebastián inició la transformación de la bicicleta. Coronado sustituyó las piezas de acero y aluminio por otras mejoradas de titanio que preparaba con la ayuda de un amigo tornero. Y de esta forma el peso de la bicicleta fue reduciéndose hasta quedarse en los 5,777 kilos que pesa actualmente, algo que no ha conseguido nadie en el mundo. En la historia del ciclismo consta que se probó antes de la Segunda Guerra Mundial con caña de bambú y, en verdad, se logró aligerar bastante su peso, aunque no prosperó la iniciativa. Dionisio Coronado, que entre semana recorre todos los días una media de 80 kilómetros en bicicleta (cuando llueve utiliza el rodillo de casa) y aumenta hasta 120 kilómetros el domingo, es la envidia de sus compañeros de fatigas. Tiene una bici con un cuadro de titanio que pesa 1.101 gramos y cuya fabricación tiene "un coste superior al millón de pesetas", explica Dionisio. Es un cuadro hueco con un milímetro de espesor que está conificado (se le ha aplicado más grosor allí donde soporta más presión y tiene mayor riesgo de romperse). "Pronto conseguirán conificar las vainas [la conexión del cuadro con la rueda trasera] y el eje del pedalier, y el cuadro se quedará en un kilo escaso", aventura. Cámara inerte La firma THT, de Madrid, le fabrica el cuadro diseñado por él, porque la manipulación del titanio sólo es posible hacerla en una cámara inerte que evita su contacto con el oxígeno. El mérito de Dionisio Coronado estriba en utilizar la imaginación para perfeccionar y mejorar las piezas de la bicicleta: "He recibido esta semana un sillín de carbono y una tija de titanio, integrados en una sola pieza que pesa 210 gramos, 140 menos que si fueran por separado. Es un modelo que no existe en el mercado y mejora la comodidad del ciclista gracias a un elastómero [un ciclindro de plástico que sustituye al muelle tradicional] que lleva incorporado bajo el sillín para amortiguar las vibraciones de la bicicleta". La bicicleta de Dionisio Coronado, que estará expuesta en la Feria Ferroforma, de Bilbao, a partir del próximo 22 de octubre, es un capricho, pero también el resultado de muchas horas de experimentación. El tiempo que le ha dedicado ha sido tal que las casas aseguradoras no le sellan una póliza de seguro porque es imposible cuantificar el valor de su máquina. No le preocupa demasiado que un joven burgalés de 24 años, Rodrigo Romero, que posee una bici de 5.948 gramos, esté obsesionado con batir la plusmarca que ostenta Dionisio. Su única preocupación es competir consigo mismo y probar otros materiales, como el berilio, aún más ligeros.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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