"La critica a la ministra de Cultura se sintetiza en la palabra dimisión"

Juan Echanove pertenece a ese grupo de actores del cine español con conciencia social y política en el que sus interpretaciones trascienden la pantalla o el escenario y arañan la realidad cotidiana. Identificado por muchos por sus papeles de fascista, llega a Vitoria hoy (Teatro Principal, 8.30 horas) con la obra Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre, en la que da vida a un García Lorca músico a través de un monólogo "que busca que el espectador viva unas sensaciones próximas a las que transmitía el poeta". Pregunta. ¿Cómo surgió esta representación? Respuesta. Se trata de una conferencia que hizo Federico García Lorca entre los años 33 y 35 por diversos lugares del mundo. Allí donde sus obras cosechaban éxitos, los empresarios de los teatros le pedían que explicara a los espectadores las cosas que realmente le gustaban. Entonces preparó una serie de charlas que se alejaban del estilo plúmbeo y retórico de la época. Y como lo que más le gustaba era sentarse al piano y cantar el cancionero popular, se sirvió de esta fórmula para explicar cómo va cambiando la manera de ser de las gentes de Granada en las diferentes estaciones del año. Consigue con todo ello una belleza de poesía y sensibilidad maravillosas. P. Se vuelve a enfrentar con el mundo de la música. ¿Cómo se encuentra en esta faceta profesional? R. La esencia de la música y de la interpretación es la misma. Expresar algo con música en un escenario es elevar algo más la sensibilidad, pero con los mismos términos: la armonía, el ritmo y el silencio. P. ¿Qué aporta esta obra en un centenario lorquiano en el que se ha recuperado buena pare del legado personal y artístico del poeta? R. Se trata de una visión de un Lorca absolutamente oculto para el público. No le conocemos en su faceta privada y personal, en donde contaba a sus amigos lo que sentía a través del piano y de la música. Era de una familia de músicos y nació escuchando canciones populares. P. Ahora se le puede ver en las pantallas de cine interpretando a un fascista (Los años bárbaros) y aquí da vida precisamente a una víctima del franquismo. R. Y no es la primera vez que me ocurre. Algunos me dicen que sólo hago personajes fascistas, pero de 29 he hecho sólo dos. En muchas ocasiones incluso se agradece interpretar papeles tan alejados de la forma de pensar de uno, y lo jodido sería que me vengara de los totalitarismos a través de mis interpretaciones. En todo caso, son papeles cojonudos, y tienen una serie de matices y de posibilidades maravillosas. Por mí, que me lluevan fascistas. P. ¿Es un lujo no actuar en series de televisión, la vía de sustento más importante de los actores españoles? R. Desde hace un año tengo la suerte de haber tenido proyectos de cine y teatro interesantísimos. La televisión es más rentable hoy en día, pero lo que me llama la atención, más que el dinero, es estar encima de un escenario. Lo bueno de la televisión es que da trabajo a muchos actores, aunque la calidad está muy por debajo de su capacidad profesional. Todos sabemos que la subida de la calidad es directamente proporcional al descenso de la audiencia. P. ¿Qué relaciones mantienen el mundo del teatro y el Gobierno del Parido Popular? Aún se recuerda la crítica a la ministra Aguirre en la entrega de los premios Max. R. En este país hay que cogérsela con papel de fumar. Lo que tengo claro es que no vuelvo a ninguna entrega de premios. Hubo gente que se creyó que era verdad la presunta asamblea que hicimos allí. En todo caso, la crítica a la ministra de Cultura se sintetiza en una palabra, que es dimisión. La actitud del Gobierno hacia la cultura requeriría no sólo el cambio de Esperanza Aguirre, sino de todo el Ejecutivo. Se habla de la economía, del paro o de la tregua de ETA, pero la cultura la han enterrado. No me extrañaría que después de unas elecciones o un cambio de gobierno desapareciera este Ministerio. P. En el plano personal, ¿hacia dónde se dirige la carrera profesional de Juan Echanove? R. A mí cada vez me interesa más el teatro como compromiso. No me importaría ahora empezar a producir y dirigir obras de teatro peldaño a peldaño. Pero sobre todo con una idea que se remite a mi experiencia personal: creo que ahora hacer teatro fuera de las grandes capitales, que es muy costoso, es más agradecido que programarlo en Madrid o Barcelona. Los teatros de provincias están en manos de personas que los cuidan tanto que han creado un tipo de espectador mucho más preparado que el de las grandes urbes. Lo vengo reflexionando hace tiempo y creo que me voy a liar la manta a la cabeza para ponerlo en práctica. P. Por tanto, su mirada hoy por hoy está puesta especialmente en el teatro. R. Es que es muy agradecido y muy excitante, porque requiere más esfuerzo por parte del actor. Cuando el teatro funciona es una maravilla y cuando no funciona, te pone las pilas para ir a por todas una vez más.Yo soy más artesano que ambicioso, y el cine a veces me supera por el despliegue de medios técnicos que requiere."No me importaría empezar a producir y dirigir obras de teatro"