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SEMANA CRÍTICA EN BARAJAS

"Veníamos dispuestas a esperar"

Como ya ocurrió en julio, los principales afectados por los problemas en el aeropuerto de Barajas fueron los pasajeros. Las demoras en las salidas y llegadas de los vuelos de ayer no fueron tan largas como las sufridas hace varios meses, pero, una vez más, miles de personas padecieron tediosas esperas en las tres terminales del aeropuerto.Casi trescientos vuelos demoraron su llegada o su partida, y algunos despegaron de Madrid a la misma hora que tenían previsto llegar a destino. Al contrario de lo previsto, el puente aéreo entre Madrid y Barcelona no presentó serios retrasos y, en cambio, llegar y venir de Berlín, Niza, Tenerife, Málaga y Valencia fue casi una odisea.

Málaga en más de tres horas. José Luis y Paco viajaban desde Málaga a Madrid. Su vuelo se retrasó dos horas y media. Cuando aterrizaron en Barajas, su enfado era considerable. "Esto es un cachondeo", comentaba Paco. "No es admisible que te retrasen dos horas y media por volar de Málaga a Madrid cuando lo normal es tardar 50 minutos", aseguró. No sólo los viajeros eran los que ponían a prueba su paciencia. Andrea, de 23 años, esperaba en la terminal2 a su amiga Sabrina, también procedente de Málaga. "Llevo esperándola horas; y lo peor de todo es que estoy muy preocupada porque tiene que coger un avión a Francia y no sé si va a llegar a tiempo", manifestó. Marta, representante de una agencia de viajes, esperaba a un grupo de 15 psiquiatras de Málaga que debía hacer escala en Madrid para coger un avión hacia Atenas, donde participarían en un congreso médico. "Estoy que me muero de nervios. Espero que les dé tiempo a coger su vuelo a Grecia, porque, de lo contrario, no sé qué voy a hacer con ellos", confesó.

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Dos horas y media más tarde, Marta corría por la terminal seguida de los 15 médicos. Marta y Concha, miembros del grupo de facultativos, refunfuñaban a paso ligero. "Esto de los retrasos de Barajas es una pesadez. Después de esperar sentado sin poder hacer nada, acabas corriendo como un desesperado por el aeropuerto. Sólo espero que no se retrase también este avión".

A Berlín, cuatro horas después. El líder en los retrasos de la jornada fue un vuelo que tenía como destino final Berlín, con escala en Barcelona. Los 49 pasajeros que se levantaron antes de las siete de la mañana para llegar a tiempo a coger el avión que los llevaría a la capital germana no despegaron hasta las 12.10, la hora a la que habitualmente aterriza el vuelo de Iberia 3954. Llegaron a su destino con cuatro horas de demora. Y, antes de subir al avión, pasearon por el aeropuerto: les cambiaron por lo menos tres veces su puerta de embarque. La aerolínea atribuyó el retraso "a causas técnicas".

Bogotá, Buenos Aires y Río. Los destinos suramericanos tampoco se salvaron. No sólo Iberia sufrió las demoras, algunas líneas internacionales soportaron retrasos de más de dos horas. Pasado el mediodía, Rosa María Can esperaba ansiosa a su niño de seis años, que por primera vez viajaba sólo desde la tierra natal de su padre. "No me han dado ninguna explicación. El vuelo desde Bogotá, de Avianca, debía llegar a las once, pero, según me dijeron, no va a llegar hasta la 13.30. Estoy algo preocupada", protestó.

Un vuelo de la aerolínea Varig y otro de Aerolíneas Argentinas, que venían de Río de Janeiro, San Pablo y Buenos Aires, aterrizaron en la terminal1 dos horas después de lo debido.

"A pesar de las demoras, no vendimos más que de costumbre", explicó la vendedora de prensa de la terminal de vuelos internacionales. "Pero lo curioso aquí es que la gente ya está acostumbrada a los retrasos. Pasa de todo. Sabe que en Barajas el reloj no funciona bien", agregó.

Niza y Tenerife, de los peores. Jorge y Lourdes se armaron de paciencia ayer por la tarde. No tuvieron otra opción. Esperaban a su familia, que regresaba de vacaciones desde las playas de Niza. "¿Retraso? ¡Qué va! Llegamos hace más de dos horas, apuradísimos, y el vuelo todavía no está en tierra. Suponemos que es por las demoras de siempre de Barajas", dijeron mientras miraban atentos una de las pantallas de información.

"Sabíamos lo de la torre de control y veníamos dispuestas a esperar. Esta vez vale la pena. Llegan desde Tenerife unos amigos muy majos", comentaron dos jóvenes sentadas en la terminal 3. Llevaban allí una hora y diez minutos.

A pocos metros, tres muchachos algo desaliñados tocaban la guitarra para amenizar la espera. Eran madrileños, viajaban a Nueva York, pero no sabían a ciencia cierta a qué hora partirían. No les importaba mucho.

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