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Reportaje:

El Madrid sólo ha marcado cuatro goles con la derecha desde el 1 de agosto

Santiago Segurola

El presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, se reunirá hoy con Guus Hiddink para atajar los problemas que se advierten en el equipo. En el palco madridista produjeron perplejidad las decisiones del técnico en el partido frente al Betis. La preocupación se ha disparado ante la repetición de los síntomas de la pasada temporada y el desequilibrio en el juego: todos los goles marcados en este campeonato se han logrado con la pierna izquierda. Y el problema se vislumbraba desde la pretemporada. Sólo se han conseguido cuatro goles con la derecha (exceptuados los penaltis) desde el 1 de agosto.

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Los dos últimos partidos del Real Madrid han disparado las señales de alarma en la directiva. Lo que empezó como un defecto reparable -la escasa eficacia de la banda derecha- ha terminado por dañar a la estabilidad del equipo. El recuerdo de la última temporada pesa en el ánimo del presidente y de los jugadores. Aunque el Madrid ganó la Liga de Campeones, nadie quiere repetir el modelo autogestionario que se vivió con Heynckes.De las carencias en la banda derecha se ha pasado a un sinfín de desarreglos, que ahora comienzan a parecer graves. Esta especie de metástasis quedó perfectamente reflejada en el partido frente al Betis. El desequilibrio afectó de nuevo a la defensa, y sobre todo a Iván Campo, que se ganó la enemiga de la hinchada con varios errores insensatos. La posición de Raúl en el ala derecha volvió a parecer improcedente. De nuevo fue alejado del área por Hiddink, que le obliga a los trabajos más dispares. Ahora es interior derecho, luego regresa a su puesto natural de delantero e incluso acaba jugando como medio centro, junto a Seedorf, un hecho que generó fuertes críticas en el Bernabéu. El extraordinario gasto que hizo Raúl no impide pensar que no se le saca el rendimiento apropiado. En un equipo donde todos parecen en disposición de decir cuál es su posición, Raúl está condenado al nomadismo por todas las líneas.

La descompensación se advierte en las cifras: los diez goles del Madrid en la Liga han sido marcados con la zurda, y casi todos en el sector izquierdo del área; y si se incluye la pretemporada, sólo cuatro tantos se han hecho con la pierna derecha, y uno de ellos por un jugador zurdo (Amavisca empujó un balón a la red en el trofeo Bernabéu). Y también se ve el desequilibrio en el papel que se atribuye a ciertos jugadores. Panucci, del que es difícil recordar un pase de gol desde su llegada al Madrid, tiene un protagonismo insospechado en el ataque. Eso significa una producción escasísima en las llegadas por la banda derecha y una cierta desatención a las tareas defensivas, que son las que le corresponden por sus condiciones.

Una de las cuestiones más polémicas es el efecto Seedorf. Hiddink le otorga en el Madrid el tratamiento que no le dio en la selección holandesa, donde le colocó como interior derecho en el primer partido del Mundial, frente a Bélgica. A Seedorf no le gustó dicha ubicación y discrepó abiertamente del técnico, que le retiró de la titularidad. En el Madrid, vuelve a jugar junto a Redondo en el eje del equipo. El caso es que Seedorf, un jugador interesante pero disperso, condiciona muchas de las decisiones en el Madrid. Y los datos obligan a pensar que en la derecha funciona mejor.

Los problemas comienzan a tener un efecto dominó. En algunos sectores de la directiva y de la plantilla ha decepcionado la capacidad de reacción de Hiddink ante las dificultades. Frente al Spartak, retiró a Raúl de la delantera y lo puso más cerca de Illgner que del portero ruso. Frente al Betis, el técnico se vio desbordado por los acontecimientos. Sus cambios parecieron tener mucho de políticos, como si se sintiera en la obligación de satisfacer a sus famosos futbolistas y en detrimento de jugadores como Guti, que sólo ha jugado un minuto en la Liga. Mientras tanto, un alto directivo ha reconocido en privado que a los problemas futbolísticos se añaden algunos desencuentros entre jugadores. Y como ejemplo, la inexplicable desconexión entre Mijatovic y Savio, quien apenas recibe juego del yugoslavo.

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