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El contrato entre Nueva Izquierda y el PSE-EE

Explica el autor las razones que han llevado a la formación escindida de IU a un acuerdo con los socialistas vascosNo es un compromiso puntual para las elecciones. Es una oferta mucho más amplia"

Recientemente se ha llegado a un acuerdo electoral entre Nueva Izquierda y el PSE-EE para las elecciones autonómicas de 25 de octubre. Es posible que algunos sectores progresistas de la ciudadanía se hayan sorprendido por tal acuerdo y que alberguen alguna duda sobre las razones y la naturaleza del mismo, por lo que no está de más una somera reflexión. Las personas que formamos Nueva Izquierda hemos sido parte activa y fundamental de IU durante muchos años y como tales somos corresponsables de todo lo que ha sucedido en IU, incluyendo sus resultados electorales, pasando de prácticamente nada a una representación muy respetable cercana al 10% de los votantes. Ello nos legitima para afirmar que buena parte de los votantes de IU lo fueron por las mismas razones que nosotros y que, en esencia, se pueden resumir en que entendíamos a IU como un proyecto regenerador, abierto, racional y progresista. La fuerza de los hechos nos lo ha desmentido, tanto a los que participamos activamente en su gestación como a los que depositaron su voto en la confianza de encontrarse con algo que realmente merecía la pena. No ha sido así. La mecánica de la mezquina vida interna de IU, plagada de enfrentamientos caseros, ha diluido las bondades de un proceso que pudo haberlo sido todo en la izquierda y que, sin embargo, reorientó sus objetivos a la autocomplacencia ideológica y a recuperar en su espacio a las diversas familias con idearios comunistas y ultraortodoxos en vez de abrirse al gran universo de progresistas desencantados que nutren por millones o bien el voto desanimado, o bien la sencilla, puro y dura abstención. La estupidez de la autocomplacencia ha alcanzado en nuestra comunidad autónoma ribetes de locura, llegándose en el plazo de apenas dos años a subvertir todos los principios esenciales en los que se había fraguado IU-EB y pasándose con armas y bagajes al campo nacionalista de una forma inequívoca e irreversible. La firma del Acuerdo de Estella es el último acto de autotraición a sus propios programas y ponencias congresuales y es el portazo de ruptura con una buena parte de su tradición política, con parte de sus militantes antiguos y actuales y, en definitiva, con sus electores. En ese estado de cosas y con unas elecciones trascendentales a un mes vista, las personas que formamos Nueva Izquierda podíamos, o bien inhibirnos, lo cual es un suicidio político, pues toda organización política necesita la legitimidad de las urnas, o bien presentar nuestras propias listas,con lo que únicamente lograríamos distraer unos votos trascendentales, desvertebrando la izquierda. Por último podíamos llegar al acuerdo más razonable de entre los posibles, que es el que finalmente hemos hecho. Somos tremendamente críticos con lo que han hecho el PSOE y el PSE en los últimos años. No suscribimos buena parte de sus actuaciones y no podemos ocultar un cierto recelo al respecto. Pero hay dos razones fundamentales que nos obligan y que nos han animado a ese contrato de colaboración especial. La primera es de carácter general y responde a la nueva filosofía emergente en Europa, que proclama la convergencia de las diversas culturas progresistas, desde el respeto mutuo y en espacios electorales comunes y útiles, frente a la feroz ola conservadora que ha envuelto a Europa en los cuatro últimos lustros. La segunda es de carácter local y es que en estas elecciones nos jugamos mucho más que el reparto de unos escaños, porque lo que se va a medir realmente en ellas va a ser la capacidad de la ciudadanía vasca para plasmar su voluntad política, frente al ultimo fascismo militarmente activo de Europa Occidental y la fuerza de la respuesta de esos ciudadanos, para dar un severo toque de atención a los nacionalistas, IU incluida, por establecer un juego de cobardes connivencias y amparos con esa especie de fascismo sin uniformes que ha dado en autodenominarse MLNV. Hemos adquirido el compromiso de estimular la creación de una plataforma social de apoyo en la que intelectuales, artistas, profesionales, sindicalistas y ciudadanos en general, apoyen las candidaturas del PSE-EE, a la vieja usanza del culturalismo progresista. Que nadie se engañe; no es una absorción, no es un compromiso puntual que termine en las elecciones. Es una oferta mucho más amplia en el tiempo. Tampoco es un apoyo a cambio de sillones. Nueva Izquierda, por voluntad propia, no ha puesto a ninguno de sus afiliados en las listas. Pensamos que esa plataforma de independientes estará mejor representada, precisamente, por una persona que desde el libre pensamiento y la crítica, cuando fuera necesaria, ejerza de contrapeso en la futura práctica parlamentaria de la izquierda. Lo que proponemos es un acuerdo persistente en el tiempo, un mecanismo con capacidad real de controlar que las actuaciones de nuestros legisladores se ajustan a lo pactado y de imbricarlos con la sociedad que les votan. Sin ánimo de hacer chistes fáciles queremos construir un organismo social, no orgánico, que esté a mitad de camino entre una guardia pretoriana de los compromisos y un gabinete promotor de ideas. Conseguirlo no será tarea fácil, pero es una apuesta interesante y novedosa a la que invitamos al mundo de la cultura vasca en particular y a la ciudadanía en general. Nuestro objetivo es movilizar el voto de muchos ciudadanos vascos progresistas que optaron por abstenerse en anteriores elecciones, dado el desesperante panorama político que ha presentado la izquierda en los últimos años. Es posible que este producto que ofrecemos no sea perfecto, pero que a nadie le quepa la menor duda que vamos a vigilar el cumplimiento de sus objetivos.

Jesús Ibarra es portavoz de Nueva Izquierda del País Vasco.

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