"Los científicos deberían definir la etnia catalana"
Adolf Tobeña (Huesca, 1950) es catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Ha publicado diversos libros correspondientes a su especialidad científica. Los dos últimos, Neurotafaneries (Bromera) y El estrés dañino (Aguilar). Y ahora ha recopilado sus artículos periodísticos en un volumen publicado por la UAB que lleva por título El nacionalisme diví, donde pretende describir, en sus palabras, "los vectores psicológicos del catalanismo". Pregunta. A diferencia de la gauche divine, los que usted llama "nacionalistas divinos" han gobernado el país. ¿Sin perder la divinidad y el cinismo presuntamente consustanciales a la especie? Respuesta. También la gauche ha gobernado. Que se lo pregunten si no a Oriol Bohigas. Pero, en fin, lo que he querido reflejar con esta formulación es, esencialmente, la práctica de un colectivo político que nunca va más allá del regionalismo y que va entreteniendo a la población mediante ejercicios retóricos. Esta práctica ha generado la aparición de una élite barcelonesa que, al igual que su pariente, la élite cosmopolita, se ha apropiado de unos mitos para construir una burocracia privilegiada. P. Los nombres propios de la gauche son más o menos conocidos. Pero, ¿y esta élite? R. No he querido dar nombres propios. Pero se pueden dar. Los Triadú, Pujals, Calzada, Alavedra, Serra Ramoneda, Laporte, Ferraté, Granados, Puig-Salellas, Molins... P. Las élites suelen compartir una cierta transversalidad. R. También en este caso. Comparten más de lo que parece. Intereses económicos, incluso, en empresas como Autopistas o Edicions 62. Es verdad que unos prefieren el Ampurdán y otros se inclinan por Tarragona o el Pirineo, pero comparten los asuntos fundamentales. Entre ellos, el catalanismo, pero no sólo como referente político, sino psicológico. Estas élites comparten la autoestima por una determinada manera de ser, por el carácter propio de los catalanes. P. ¿Cuál es ese carácter, dado que existe? R. La pantalla política del catalanismo ha ocultado lo esencial, y es que los catalanes presentan un rasgo psicológico de pertenencia. Es decir, se saben poseedores de un talante determinado y pertenecientes a un grupo étnico-cultural diferente. P. Jung formuló modernamente la idea de un supuesto carácter nacional. Pero desde él no se ha vuelto a hablar del asunto más que recreativamente.. R. Se volverá a hablar. Ya se está empezando a hablar. Jung puso unas bases meramente especulativas, y con posterioridad se hicieron algunos experimentos. Pero se abandonaron porque los resultados mostraban que las diferencias de carácter entre individuos pertenecientes a una misma comunidad eran más extremas que entre individuos pertenecientes a comunidades diferentes. P. ¿Y...? R. Ahora, mediante la potencia estadística y el afinamiento de los cuestionarios estamos en disposición de lograr otros resultados. En esto están trabajando los psicólogos objetivos. Ellos dicen que los rasgos básicos de la personalidad son generales en todas partes. P. ¿Y cuáles son? R. La agresividad, la estabilidad emocional, la franqueza, la curiosidad y la sociabilidad... y sus contrarios. P. ¿Y los rasgos secundarios? R. Son más numerosos: religiosidad, tacañería, gregarismo, sentido estético, ambición... Éstos varían según la comunidad. P. Y a partir de estos instrumentos, ¿qué características tiene el dicho carácter catalán? R. Ah, no, estos estudios están por hacer en Cataluña. Yo sólo digo que a partir de ahora estamos en condiciones de hacerlos. P. ¿Y qué diría desde un punto de vista meramente especulativo, en la línea de Ferrater Mora? R. Bien, sólo hay que ver algunas de las características que nos atribuyeron los periódicos extranjeros en los días del 92: lúdicos, negociantes, tribales, catalanistas. Éstas son algunas de ellas. Unas características que han sobrevivido al tiempo porque la mezcla inicial fue suficientemente exitosa como para que se haya conservado el núcleo étnico-cultural de Cataluña, de lo que significa ser catalán. P. Exitosa, ciertamente. R. Todo esto se critica hoy en día. Marfany, por ejemplo, cuando examina las tradiciones del catalanismo, concluye que todas son inventadas. Pero no habrían podido inventarse sin un caldo originario. P. Usted utiliza el concepto de etnia referido a Cataluña. No es frecuente. R. Hemos de ensanchar el concepto de etnia. P. Ah, bien. R. Es delicado esto. Yo creo que desde el punto de vista físico no existe una etnia catalana. Pero antropólogos, psicólogos y lingüistas deberíamos ponernos a trabajar juntos para definir el concepto a partir de otros vectores. P. ¿Por dónde empezarían? R. La etnia catalana implantada en el territorio de origen tiene algunas características: un conjunto de apellidos que se repiten desde hace mil años, con una base de partida de unos cuantos miles; una lengua diferenciada y un talante y una estética propios que los otros reconocen. Todo eso genera un carácter. P. ¿La lengua genera carácter? R. Sí, claro. Una lengua genera un carácter y una determinada visión del mundo. P. ¿Y mediante qué procedimientos? R. Mire la lengua de los esquimales. Tiene treinta y pico de maneras de definir el blanco. Está demostrado que determinadas construcciones semánticas dan una construcción cerebral diferente. P. ¿Veinte años de pujolismo han cambiado en alguna medida el dicho carácter catalán? R. En el mapa de superficie. Por supuesto, no han afectado en nada al núcleo. Ahora bien, sí que ha aumentado un poco la autoestima, el chovinismo, lo que llamo el elitismo del nuevo rico. Y esto seguramente ha contribuido a que la sociedad catalana, en estos años, se haya encerrado en sí misma mucho más de lo normal.
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