_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Saber estar

JAVIER PÉREZ ROYOLa democracia consiste ante todo en la aceptación de determinados principios que no pueden ser siquiera sometidos a discusión. Es la indiscutibilidad de unas pocas cosas lo que permite discutir todo lo demás y resolver la discusión a través de la regla de la mayoría. Pues la democracia no es simplemente la regla de la mayoría, sino dicha regla operando con base en unos principios indisponibles para ella. Estos principios son los derechos fundamentales y la estructura del Estado. Ni los unos ni la otra se pueden discutir. Lo que no quiere decir que no se planteen problemas en el ejercicio de los primeros y dificultades en la puesta en práctica de la segunda. Pero el acuerdo subyacente a la constitucionalización de los derechos y de la estructura del Estado no puede ser puesto en cuestión, sin que se resienta la convivencia pacífica entre los ciudadanos. En lo que a los derechos se refiere, no tenemos problemas. El acuerdo es prácticamente unánime. Por el contrario, no ocurre lo mismo en lo que a la estructura del Estado atañe. El pacto que se alcanzó en 1978 está siendo puesto en cuestión en estos últimos meses. Como acaba de decir Jordi Pujo ante el Parlamento de Cataluña hemos entrado en una fase "constituyente". De manera abierta o solapada, pero constituyente. En esta situación es importante que Andalucía sepa situarse. Y para ello es indispensable que sea consciente del lugar que ocupa en la estructura del Estado. Andalucía no es una comunidad uniprovincial. Sin Andalucía no se pudo definir la estructura del Estado en el momento de la inicial puesta en marcha de la Constitución y tampoco se la podrá reformar ahora. No hay, por tanto, por qué situarse a la defensiva. Andalucía no tiene por qué ir contra nadie. Simplemente tiene que defender lo que considere que debe defender. Son los demás los que tendrán que situarse frente a la posición que aquí se defina y no a la inversa. Para que así sea, es importante que no se repita el error de 1980. No debe reproducirse la división que se produjo entre las fuerzas políticas andaluzas en torno al referéndum del 28 F. Dicha división no impidió que Andalucía acabara imponiendo una interpretación de la estructura del Estado en clave "nonacionalista", pero si ha marcado de manera negativa la vida política andaluza desde entonces y ha hecho que nuestra posición en el Estado no haya sido tan sólida como habría podido serlo. En este terreno no tiene por qué haber la más mínima diferencia entre los diferentes partidos políticos. Si los principios que definen la estructura del Estado tienen que estar por encima de toda discusión, más todavía debe estarlo todo lo relativo a la posición de Andalucía en cuanto tal en dicha estructura del Estado. El enfrentamiento entre la derecha y la izquierda carece de todo sentido dieciocho años después del acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución. Esto es ya un patrimonio común de todos los andaluces y como tal debería ser defendido por todos. No debería haber la más mínima discrepancia entre los partidos en torno a esto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_