Los "reds", una historia de proezas y tragedia
Gran parte de la leyenda del Liverpool se ha construido en el continente. En lo bueno y en lo malo. Cuatro veces campeón de la Copa de Europa, hizo época en los años 70 y 80. Pero su nombre también se asocia a la tragedia. En mayo de 1985, sus hinchas más fanáticos protagonizaron uno de los momentos más negros en la historia del deporte. En el estadio de Heysel, poco antes de comenzar el partido Liverpool-Juventus de Turín, los hooligans ingleses arremetieron y aplastaron a los aficionados de la Juve situados en una de las curvas del estadio. Murieron 41 personas. El Liverpool fue expulsado varias temporadas de los torneos europeos y su nombre quedó manchado para siempre.La parte gloriosa del Liverpool se debe al escocés Bill Shankly, el hombre que llevó al equipo de la Segunda División a la hegemonía del fútbol inglés. Sus sucesores Bob Paisley y Joe Fagan continuaron la tarea de su maestro. El estilo todavía se adivina en el juego paciente, de toque, de un equipo que se resiste a adoptar la frontalidad del fútbol británico.
Sin embargo, son tiempos difíciles en el Liverpool. Aunque cuenta con excelentes jugadores, no acaba de alcanzar la altura que se le presupone. Roy Evans, un alumno de Shankly y Paisley, es el entrenador, pero su posición es dudosa. El club ha requerido los servicios de Gerard Houllier, un miembro del cuerpo técnico de la selección francesa.
Owen, la estrella
El equipo es magnífico de medio campo hacia adelante. Su estrella es Michael Owen. Con 18 años es el futbolista más popular de Inglaterra. Rápido, intuitivo y descarado, Owen se maneja mejor en los grandes espacios. A Robbie Fowler, otro chico prodigio, le ocurre lo contrario. Se acaba de recuperar de una gravísima lesión y no ha perdido su olfato goleador. Es temible en el barullo del área.El medio campo está integrado por jugadores prestigiosos. Steve Mac Manaman, siempre hábil en el desborde, arrastra una lesión en el tendón de Aquiles. Jamie Redknapp y Paul Ince hacen de eje en el medio campo. El bueno es Redknapp, el mejor organizador del fútbol ingles. Pero su carrera está plagada de lesiones. Ince es tan popular como sobrevalorado. Duro y terco, saca un gran rendimiento a la demagogia con tackles a destiempo, con malas caras, con cabalgadas sin demasiado sentido. Pero su figura es inmensamente popular en el fútbol británico.
El problema del Liverpool nace de su debilidad defensiva, o de la debilidad de sus defensas, sobre todo sus centrales Babb y Carragher, un centrocampista reconvertido a central, y el portero estadounidense Friedel, que ofrece muy pocas garantías.
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