Una banda sonora para el fin del milenio
Cuando, hace nueve meses, el cuarteto valenciano Girasoules comenzó a gestar las canciones de su cuarto álbum surgieron las dudas y la necesidad de escoger entre ahondar en las raíces de la música latina, a partir de la investigación emprendida en sus dos elepés previos, o efectuar un brusco giro hacia un pop de guitarras de corte más europeo. Pese al riesgo que implicaba desviarse de un camino que les había abierto las puertas del mercado español y americano, decidieron arriesgarse y, finalmente, se inclinaron por la segunda opción. "Las referencias que empleamos al hacer los discos Cuestión de suerte y Rompe tu silencio procedían básicamente del folclor americano. Profundizar en unas raíces que no eran las nuestras nos parecía algo artificial", explica el cantante Quique Tarrasó. La banda, además, reconoce haber sufrido, durante los dos últimos años, una profunda metamorfosis personal que ha agudizado su rebeldía y recelo hacia un mundo en el que la gente parece "muy feliz y libre para hacer lo que quiera, pero que, en realidad, sólo hace lo que el sistema quiere que haga". "Deseábamos hablar de esta represión mental y creo que hemos tenido la madurez suficiente para revestir esta temática con el tejido sonoro que requería. No tenía sentido abordar temas como el del peligro que implica el consumismo, o esa educación manipulada que nos inculcan desde que somos pequeños, con una música cálida y festiva... Era necesario algo más oscuro", añade. El resultado es un complejo disco conceptual, en cuanto pretende narrar las diferentes etapas en la vida de una persona en la actual sociedad de fin de milenio a lo largo de sus diez canciones, que ha sido bautizado con el título de Mundo feliz, en homenaje al profético libro de Aldous Huxley que sirvió de guía a Tarrasó al elaborar el hilo argumental del segundo elepé que Girasoules editan con la compañía multinacional EMI. Además, las contagiosas melodías y ritmos con las que lograron hacerse un hueco en el abultado saco del rock latino hace varias temporadas, han sido sustituidas por unas partituras que huyen de la inmediatez y la comercialidad y precisan de varios niveles de escucha para su correcta asimilación. "Es un disco difícil, muy elaborado y que obligará a nuestros seguidores a prescindir de las referencias con las que hasta ahora se nos había relacionado. Si se escucha Mundo feliz a buen volumen y con auriculares, se puede sacar mayor provecho del álbum, porque es así cuando notas las guitarras perfectamente encuadradas o la función que cumple el sampler en la canción. Es un disco orgánico, tiene vida", afirman. El elepé terminó de perfilarse durante las maratonianas sesiones de grabación que llevaron a cabo, durante mes y medio, en los estudios Moody de Londres con la colaboración del reputado productor británico Joe Dworniak. Inmersos en la promoción de su nuevo disco, Quique Tarrasó, los hermanos Javier y Ramón Vela (guitarra y batería, respectivamente) y Javier Ros (miembro de La Caramba y sustituto provisional del bajista Fernando Martínez) sólo son capaces de pensar en el directo: el 10 de octubre participarán en el multitudinario festival Rock desde el volcán en Ecuador y, a su regreso, recorrerán toda España para presentar sus más recientes canciones. Su próximo objetivo: Europa.
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