Rito y geografía del toque
El concierto era como una terapia, como un saludable agujero para salir de esa "dulce angustia" que para Manolo Sanlúcar significó adentrarse con su guitarra en el universo poético de Federico García Lorca. Es sabido que Lorca quería ser músico. Sanlúcar quiso ser Lorca; incluso se atrevió a salirse del guión y presentar un poema musical de su cosecha, una carta de amor a doña Rosita. Ya lo dijo Álvaro Cunqueiro: "En todo poema, huyendo del poeta, hay un verso que se queda solo". Ni una falta de ortografía en una composición en la que Sanlúcar aplicaba el lenguaje de las nubes: siempre en silencio salvo cuando truenan. El teatro de la Maestranza estaba hasta la bandera. Manolo Sanlúcar agradeció el detalle y se refirió a la competencia del Madrid-Barça que se iniciaba justamente cuando él abría el concierto a los compases del poema de Lorca Adán. El partido del siglo era el que se jugaba en el teatro, ese Sanluqueño-Linares en el que había una Eva llamada Carmen Linares que cantando por bulerías dio toda una lección de poesía que para sí quisieran algunos doctos coleccionistas de octosílabos. Le puso voz y alma a poemas de Miguel Hernández y de los hermanos Machado, esa pareja escindida por la historia y por los cantautores. En las primeras filas del teatro se encontraba el antropólogo Isidoro Moreno, que tomaría buena nota de esta incursión en las profundidades de la esencia. Andalucía tiene forma de guitarra, un aliño al que en esta Bienal le han echado Tomate de Almería, Romero de Huelva y este mundo personalísimo de Manolo Sanlúcar que se atrevió sin miedos con el mito. Rito y geografía del toque. Los sentidos son solidarios: la música evocaba callejones oscuros y claridades, esos extremos del dolor y el salero que están presentes en toda la obra de García Lorca. Incluyó en su repertorio una de las doce Gacelas del zoo romántico del poeta granadino. Desde la desembocadura del Guadalquivir hasta la torre del Oro, su guitarra navegaba río arriba y volvía a su destino para hacer las Américas en el Son de negros en Cuba. Cuba es percusión, una isla que percute y repercute. Entraban en danza los dos percusionistas, Tino di Geraldo y Ángel Sánchez Cepillito. Inmóvil, leal, concentrado al máximo, el guitarrista Isidro Muñoz completaba el quinteto para emprender este otro camino de Santiago. La guitarra es su ordenador y su brújula. No se separa de ella, en binomio marsupial, ni cuando saluda al público. Como en el ajedrez, siempre hay una posibilidad inédita en este instrumento, la variante Sanlúcar, jaque y delirio. El repertorio lorquiano lo cumple en una hora, pero la gente quiere más. El guitarrista sanluqueño les regala su tema Maestranza, el único que acomete en solitario. Solo el artista frente al público, que es como un toro de mil ojos al que ya le han puesto las banderillas en taquilla. El clima va creciendo en presencia de este maestrante de los arpegios cuyo cabello blanco brilla como un cáliz de oro. En las antípodas estéticas, tiene el porte legendario de un Mick Jagger. Habla, muy poco, entre tema y tema. Que hable la guitarra. "Es imposible callarla. Es inútil callarla", escribió Lorca en su poema La guitarra.
"Me aficioné viendo a Diego Clavel"
Muchos de los protagonistas de la Bienal están en la exposición Imágenes del Flamenco que se puede visitar los días laborables en la delegación de Cultura en Sevilla. Su autor es Paco Sánchez (Dos Hermanas, 52 años). Pregunta. ¿Cómo llegó a la fotografía en el flamenco? Respuesta. La primera se la hice a Juan Talega, pero cuando me aficioné de verdad fue viendo a Diego Clavel en el festival de La Puebla de Cazalla. P. ¿Hay detrás de la cámara una afición musical? R. Profesionalmente, yo me dedicaba a informar de la música de rock. He visto a los Rolling tres veces en directo. Con Luis Baquero intenté traer en tiempos a los Beatles al Benito Villamarín. P. ¿Fue un precursor fotográfico de la fusión? R. Ése es un tema muy peliagudo del que he hablado muchas veces con Chick Corea. P. ¿Qué es lo que más le interesa del artista flamenco? R. Antes, los primeros planos del cantaor. Ahora me fijo más en el colorido del baile. P. ¿Quién era el más difícil para fotografiarlo? R. Camarón. Tengo una serie de fotos suyas con barba y tocando la guitarra. P. ¿Hay que saber mucho de cante para fotografiarlo? R. Cuando trabajaba en La Voz del Guadalquivir, una emisora del sindicato llena de rojos, iban por allí Antonio Mairena, Pepe Pinto, la Niña de los Peines. Entonces yo no sabía distinguir un cante de otro.
Producciones Sánchez Monteseirín
Cádiz, la Isla, el espectáculo con el que anoche se presentó la bailaora gaditana en el teatro de la Maestranza, es una producción de la Diputación Provincial de Sevilla, que no había estado presente en la Bienal de Flamenco. La corporación que preside Alfredo Sánchez Monteseirín produce otro de los espectáculos de la Bienal, Sansueña, que el próximo día 27 presenta la compañía de José Joaquín de Bellavista. Han convocado las becas Pedro Bacán para jóvenes compositores y han repartido en 50 municipios la obra Rito y geografía del cante.
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