_
_
_
_
COMIENZA EL CURSO

Ni llantos, ni pataleos

El comienzo del curso en el Colegio Público Juan Pablo I de Valderrubio (Granada) echó por tierra todos los tópicos. Apenas si hubo llantos o pataleos entre los setenta alumnos de educación Infantil que pisaron ayer un aula por primera en su corta vida. "Ahora es una maravilla. Hace años lloraban todos", exclama la profesora Concha Pedrinaci mientras trata de consolar a los dos únicos chavales, de una clase de 28, que intentan volver al cobijo de las faldas maternas. "La mayoría ya están acostumbrados, porque han asistido a guarderías", asegura. Valderrubio es un pequeño anejo del municipio de Pinos Puente. Sus 2.500 habitantes viven básicamente de la plantación de tabaco y maíz y del cobro del subsidio del desempleo. La renta per cápita es de las más bajas de la provincia. En el único colegio de la localidad, 14 maestros son responsables de la educación de 266 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria. Este año, por primera vez, el centro acogerá también niños de tres años, "aunque los más pequeños no se incorporarán hasta final de mes", señaló José Ganivet, director del colegio, "cuando se terminen las obras del nuevo aula". A las nueve de la mañana, los veteranos, los chavales de siete a 14 años (de segundo de Primaria a segundo de Educación Secundaria,) esperaban la incorporación de un nuevo maestro interino entre bromas y juegos. Sustituto que no llegó debido al retraso en la adjudicación de plazas ocurrido en Granada. En la sala de profesores el ambiente era distendido. Aunque Isabel, una joven docente nueva en el centro, reconocía cierto pánico escénico. "Llevo varios años dando tumbos por colegios de Cádiz y Jaén, y cada curso tengo que adaptarme a nuevos alumnos y métodos de enseñanza". Cortes de luz Ante la mirada atenta de sus madres, los más pequeños entraron una hora después. Mientras Concha pasaba lista, Luis y Javier, dos gemelos muy rubios de cuatro años, hacían de las suyas. Los profesores del centro se quejaron el curso pasado ante la inspección de Educación de la falta de calefacción central en el edificio que alberga las clases de preescolar y primero de ESO. "A falta de otra solución, se han instalado placas eléctricas. Pero como la instalación de cables es muy antigua se producen cortes de luz a menudo", asegura María Luisa Mesa. Esta maestra de Pedagogía Terapéutica dirige el aula de apoyo para alumnos con necesidades educativas especiales. El colegio acoge a un grupo de veinte escolares con trastornos de aprendizaje, déficit intelectual o pertenecientes a grupos sociales marginales. Los chavales, de entre seis y 12 años, están integrados con el resto de alumnado, pero reciben tratamiento individualizado varias horas a la semana. "Para ello contamos con el apoyo externo de pedagogos, psicólogos y médicos", aclara la profesora. Dos de sus alumnos con deficiencias sufren, además, las consecuencias de la precariedad económica de la comarca. "Viven en un cortijo arrendado a cuatro kilómetros de la escuela. Y su madre tiene que dar dos viajes cada mañana para traerlos en un pequeño ciclomotor, porque la familia no tiene dinero para comprar un coche, denuncia Mesa. "Cada uno recibe una ayuda para transporte de 26.000 pesetas anuales, que resultan del todo insuficiente".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_