Los juristas creen que hay base para estudiar la destitución de Clinton
Bill Clinton intentó ayer dar aire de normalidad a su presidencia y viajó a Nueva York para hablar de economía y de las consecuencias de la crisis financiera en Asia y Rusia, pero fue inútil. Él y sus consejeros siguieron buscando, ante los ojos de una opinión pública y una clase política expectantes, salidas al callejón en que le ha metido el fiscal especial Kenneth Starr con el informe sobre sus relaciones con la becaria Monica Lewinsky. Las primeras impresiones de los expertos son poco halagüeñas para el presidente: de lo que han visto y del material que acompaña al informe deducen que los delitos de que se le acusa pueden muy bien llevar a la apertura de su proceso de destitución. El Comité de Asuntos Jurídicos debe decidir en cuestión de semanas, aunque las elecciones parciales de noviembre para la Cámara de Representantes y el Senado podrían retrasar todo el procedimiento hasta primeros del año que viene. La clase política no sabe muy bien qué hacer y busca la sintonía con la opinión pública. Pero los norteamericanos también están perplejos: apoyan con holgura la actuación política de su presidente y critican la personal. Quieren que el Congreso censure a Clinton, pero no que lo destituya o fuerce su dimisión.
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