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Facciones Serranas

Tierras de partidas y partidos, dijo Antonio Machado de las tierras hispanas hace más de un siglo. Aquí, escribió, hay partidas de juego y partidas de bautismo, partidas de arenques y partidas serranas de facinerosos, disueltas en ocasiones a tiros por la Guardia Civil. El poeta sevillano jugaba con las palabras y con toda la gracia, la seriedad y el rigor que da el Sur. Porque a continuación añadía que el número de partidos políticos era también considerable, a pesar que sólo dos grandes partidos, el Liberal y el Conservador, dominaban el panorama social y electoral: el socialismo democrático de Pablo Iglesias estaba en ciernes y la famosa sopa de letras que se enseñoreó los primeros años de la Transición tardaría muchas décadas en llegar. Se refería don Antonio irónicamente, al hablar del considerable número de partidos, a las facciones o banderías que aparecían en el seno de los dos grandes partidos de la época: "...si Castelar se retira, los liberales de izquierda chocan con los de derecha, y del choque resulta un nuevo partido que vaya usted a saber de qué lado se acostará y qué nombre le darán a los fusionistas". Esto era así hace algo más de cien años y hasta la llegada del socialismo democrático del PSPV-PSOE tendría todavía que llover muchísimo y se sucedieron pertinaces sequías. El vate, que cantó al Cristo que andaba sobre el mar, apuntaba la causa de banderías y facciones. Ésa no era otra que el deseo de darse a conocer y de notoriedad que tenían desde el último boticario hasta el primer sacamuelas callejero: todos se creían con el derecho a disfrutar de la inmunidad del Parlamento o a tomar las riendas de la cosa pública, en el mejor de los casos; en el peor era que la política revolvía la mollera de algunos memos, que habían oído decir que ése era el único medio de ganarse la vida. Lirismo en prosa y cantares claros de Machado allá por 1893, es decir, antes, muchísimo antes de que los votantes valencianos del socialismo democrático oyesen hablar de ciscaristas, asuncionistas, izquierda socialista, clementinistas, romeristas y lermistas y otras facciones. Y cuando el verano se desliza hacia el otoño y llueve desagradablemente en exceso por donde Guadalajara y por donde errores recientes del pasado, las facciones del PSPV-PSOE vuelven a la carga pacíficamente conspirativa, como si no hubiera habido elecciones primarias o como si no hubiera habido bastantes pugnas ridículamente personalistas, para zozobra y pesar de los centenares de miles de votantes socialdemócratas y otros votantes, convencidos de que el PP es la derecha y el centro la abreviatura del Centro Parroquial de su pueblo o el punto donde termina el trazo del radio en una circunferencia. A escasos meses de las próximas elecciones comunales y autonómicas se necesitan en la oposición el análisis de las realidades sociales y la posterior formulación de soluciones válidas en un programa; sobran banderías y facciones, basadas en el deseo de notoriedad de unos o los intereses de los otros. A nueve meses de las elecciones, las luchas por el puesto en la lista, las banderias y los ismos personalistas pueden originar la blasfemia en el votante, porque la blasfemia forma parte de la religión popular, como dijo Mairena.

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