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Calor, fiesta y mucho teatro

Sol y calor, pero no esa humedad que ha estado machacando a buena parte de los catalanes de la costa, es lo que ofrecía Tàrrega ayer a mediodía. Desde las estaciones del tren y de autobuses, cargado con mochilas y sacos de dormir, iba llegando el público que convierte la Fira de Teatre de Tàrrega, que ayer empezaba su decimoctava edición, en una verdadera fiesta multitudinaria, un alegre baño de masas. Son jóvenes, van casi siempre en grupo, la media de edad no excede en mucho los 20 años y van camino del cámping, en un descampado junto al campo de fútbol. En la plaza del Carme, donde Free Art tiene instalado su centro de operaciones, se detienen, aún con las mochilas a cuestas, para ver la actuación de Douze Balles dans la Peau, dos payasos subidos en un destartalado coche de los años cincuenta que luego se estrellan con su moto contra una barrera de fuego y baten el récord de resistencia bajo el agua en un bidón industrial y casi se ahogan. El público todavía se mueve con libertad en el corro de espectadores; aún faltan algunas horas para que se formen los tumultos que caracterizarán luego cualquier espectáculo de calle. "¿Puedo haceros unas preguntas?". Un grupo de chicos y chicas me mira con desconfianza, pero responden. Son de Premià de Mar, tienen 18 años, es la primera vez que van a la feria de Tàrrega y no piensan gastarse un duro. Es decir, callejeo y bocata para, de madrugada, reposar en el jolgorio del cámping, repleto de improvisados malabaristas. Los que compran las entradas tienen más edad y aún no habían llegado.PASA A LA PÁGINA 10

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Tàrrega se entrega a la locura teatral
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