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Gobernar

Gobernar es tomar la iniciativa, y arriesgarse a no acertar. Los desaciertos de un gobierno democrático, que actúa siempre sobre la base de un programa electoral sometido a los votos, nunca son terribles, ni trágicos, ni irremediables y, en todo caso, si lo fueran, tendrían una inmediata respuesta de la oposición que obligaría a ese gobierno a rectificar, o dar cuenta de sus actos, y, si persiste en el error, siempre estaría expuesto al veredicto de las urnas, que quitan y ponen gobiernos, con la serenidad y la contundencia con que los votos hacen las cosas. Pero, excluidos los errores terribles, los otros, los de todos los días, los que se cometen porque las apuestas y las decisiones sobre asuntos importantes, no surgen nunca con la garantía de acierto incluida, son los que ofrecen a quien los comete la posibilidad de demostrar que sabe rectificar. El Gobierno de la Junta de Andalucía, ante una incomprensible falta de voluntad de diálogo del Gobierno de Madrid sobre asuntos vitales para Andalucía, ha apurado la vía de la denuncia y el enfrentamiento, sin que de ello haya resultado un clima más favorable al diálogo y al entendimiento con el Gobierno de Aznar. Éste no le ha puesto bien las cosas a su partido en Andalucía. Al contrario, la actitud del Gobierno de Aznar parecía mantener una estrategia en Andalucía de desatención a su propio partido, que hubiera necesitado de algún gesto de generosidad política que poder vender a su electorado y, más allá, a los votantes que necesita y nunca ha tenido, ni por esa vía, puede que tenga el PP en Andalucía. Pero el Gobierno andaluz también apuró en exceso su estrategia, hasta el punto de haber hecho pensar más de una vez en que la falta de iniciativas quería suplirla con la denuncia y la confrontación. Todo lo pendiente, sigue pendiente, y parece que sin olvidarlo, y haciendo de ello asunto de defensa permanente, el Gobierno de Manuel Chaves quiere un curso con iniciativas propias y que, además, distingan su acción de la que desarrollaría un gobierno de derechas. Nada más estimulante para empezar un nuevo curso, un gobierno que quiere gobernar, y no sólo eso, sino un gobierno de izquierdas que quiere que se le note. Quedamos a la espera.

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