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Trampas de asfalto

El camaleón, uno de los reptiles más amenazados de Europa, tiene sus únicos refugios en el continente localizados en zonas litorales de Huelva, Cádiz y Málaga, además de algunos puntos del Algarve. A esta lista se han sumado ahora tres nuevas poblaciones, situadas en Granada y Almería, lo que no significa que su población global esté creciendo y extendiéndose. Por el contrario, los especialistas de la Estación Biológica de Doñana y la Consejería de Medio Ambiente consideran que el estatus del camaleón ha sufrido un empeoramiento moderado, debido, sobre todo, a la paulatina desaparición de sus hábitats y a otros factores que han aumentado las tasas de mortalidad. Al margen de otorgarle protección legal y estudiar su distribución, poco más ha hecho la administración ambiental por conservar este reptil. No existe un plan de recuperación y, por tanto, no se han establecido zonas de reserva ni medidas legales que eviten el impacto de las urbanizaciones en los enclaves en los que vive ni medidas para reducir los atropellos. El camaleón es un reptil de costumbres arborícolas. Difícilmente abandona el seguro refugio de un árbol o un arbusto, con el que puede mimetizarse, si no es para buscar pareja, cambiar de emplazamiento o enterrar los huevos. Cuando bajan a tierra son especialmente vulnerables al ataque de otros animales, pueden ser capturados por alguna persona o bien morir atropellados. El impacto de los automóviles se hace notar sobre todo en agosto y septiembre, cuando el animal está en periodo de reproducción y deambula en busca de pareja. En este periodo del año, además, las zonas costeras en las que habita registran un intenso tráfico, lo que multiplica el riesgo. En 1995, voluntarios de varios colectivos, aglutinados por la Sociedad para la Conservación de los Vertebrados (SCV), analizaron este tipo de incidentes en 100 trayectos especialmente problemáticos, de una media de 10 kilómetros cada uno. Se recogieron más de 500 camaleones muertos por atropello. Aplicando fórmulas matemáticas se estimó que el número total de animales que se perdían cada año por esta causa podría estar entre 1.500 y 2.000 en el conjunto de la red viaria afectada por este problema. En algunos casos se identificaron auténticos puntos negros, como explica Javier López, coordinador de la campaña en defensa del camaleón de la SCV: "En un tramo de sólo 200 metros, situado en Puerto Real (Cádiz), llegamos a recoger 20 cadáveres, y parecido era el problema que detectamos en El Puerto de Santa María y otros dos puntos situados en Viñuela (Málaga) y la carretera Isla Cristina-La Antilla (Huelva)". Con esta información, y a pesar de no contar con ayuda oficial, esta sociedad se decidió a instalar en el verano barreras protectoras de plástico en algunas de estas vías, diseñadas de forma que los camaleones no pudieran sortearlas para acceder a la carretera aunque sí permiten el paso desde ésta hacia los campos limítrofes. "En una de las zonas protegidas en Cádiz mediante este sistema", explica López, "la densidad de camaleones pasó de 16 animales por hectárea en 1996 a los 87 que hemos censado este verano". La SCV estima que, aplicando este sistema, se gastan unas 400 pesetas por cada animal que se salva de ser atropellado. Pero los automovilistas no son la única amenaza. Poco a poco han ido desapareciendo de las zonas costeras aquellos elementos indispensables para su supervivencia: retamares, pequeñas explotaciones agrícolas, huertas o cultivos como los del almendro y el olivo. En la mayoría de los casos, los terrenos que ocupa este reptil coinciden con áreas de expansión urbanística en el litoral.

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