Miedo al efecto dominó en El Carme de Valencia
Muere una casa en el barrio de El Carme de Valencia y sus vecinas enferman. No les aflige la pérdida, sino las cicatrices que les deja el derribo contiguo. La denuncia sobre las grietas y el deterioro de las estructuras que provocan los derribos en los edificios contiguos del barrio las suscriben las decenas de vecinos que tomaron parte ayer en una rehabilitación simbólica en El Carme. La brecha más amenazadora recorre la fachada del número 4 de la calle de Llíria después de que los obreros derribaran recientemente la mitad de esta finca habitada de tres plantas. Los vecinos, encabezados por Pilar Masó, y David Hammerstein, dirigente vecinal, se concentraron en esta calle para encalar la fachada de una antigua fábrica de sombreros del siglo pasado, situada en los números 3 y 5, que la contrata municipal empezó a derribar esta semana. Hammerstein aleccionó a los vecinos sobre el valor arqueológico de esta casona rematada por una chimenea de ladrillo. "Es uno de los últimos ejemplos de la Revolución Industrial en la ciudad", rememoró. Los vecinos denuncian que el Ayuntamiento derriba la finca (de propiedad municipal) para entregar el solar a la especulación urbanística y se muestran decididos a detener el derribo.
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