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Veo, veo, ¿qué ves?

JULIO SEOANE Lo malo del éxito es que nos acostumbramos a él. Y hay que esforzarse mucho para mantenerlo. Los psicólogos clásicos, siempre tan perspicaces, decían que las conductas que eran recompensadas se repetían con más frecuencia. En política, como se puede suponer, esto significa que basta con averiguar cuáles fueron las negociaciones y estrategias que tuvieron éxito en el historial de un personaje público, para poder anticipar su comportamiento en situaciones similares. Hace ahora casi un año que el presidente Zaplana planteó, sin previo aviso, su propuesta de pacto; dije entonces, al comentar sus palabras, que había cierta tensión al comienzo de su discurso, porque estaba a punto de formular su propuesta de pacificación lingüística, a los pocos minutos de empezar, y que esperaba expectante el efecto que iba a producir. Después volvió a la rutina de la exposición, sabiendo que ahora ya dominaba la situación. Hoy, 12 meses después, el desarrollo político de aquella oferta es ya una promesa cumplida, al margen de las posibles complicaciones sociales que la Academia pueda tener en el futuro. Durante este año, las tensiones del pacto y sus diversas negociaciones dieron consistencia y estructura interna a casi todo el curso político, proporcionaron organización y coherencia a la pugna entre los principales partidos y, además, se consiguió un acuerdo que muchos califican de histórico. El éxito, si lo es, pertenece a todos, pero la oferta la hizo el presidente, que en algunos momentos fue calificado como hombre de Estado. Por otro lado, las negociaciones y el acercamiento de posturas con las actitudes de izquierdas han mejorado ligeramente la imagen de este gobierno, al menos para cierto sector del electorado. Por último, la resolución política del conflicto, con la creación de la Academia, está siendo comentada como algo muy positivo por los medios de comunicación de toda España. Dentro de pocos días se producirá de nuevo, como todos los años, el debate de política general en Valencia. Y, como es preceptivo, el presidente Zaplana volverá a exponer su particular visión de la política en la Comunidad. Después del éxito obtenido, observando y calibrando las recompensas obtenidas por su conducta, ¿será capaz de resistirse a la tentación de repetir, de crear cierta tensión al comienzo de su discurso, de formular nuevas propuestas y de esperar expectante sus efectos beneficiosos, esperando dominar como entonces la situación? Me viene a la memoria aquel juego infantil de adivinanzas, que comenzaba con la frase ritual "yo veo, veo", seguida por un rápido diálogo de preguntas y respuestas, muy concisas para no dar pistas, hasta alcanzar la solución del enigma o dar por vencido al otro jugador. ¿Qué propuesta podrá ser en esta ocasión? Una que consiga vertebrar el debate político de todo un año, al menos; y que, además, tenga ciertas garantías iniciales de llegar a buen fin. Como el discurso de este año inicia, en la práctica, el período preelectoral, con mayor razón deberá ser un tema que contribuya a un mayor deslizamiento hacia el centro ideológico. Al mismo tiempo, es necesario que tenga también repercusiones colaterales fuera de la Comunidad, para reforzar así la imagen ya conseguida. Y, además... Yo veo, veo. ¿Tú qué ves? Una cosa. ¿Qué cosa es?

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