Como siempre, y en septiembre
Hubo una corriente optimista en julio, cuando el Tour sufría el azote de jueces y policías. Que se hunda el Tour, decían sus impulsores. La Vuelta se aprovechará. España, añadían los optimistas-nacionalistas, demostrará cómo hay que hacer las cosas. Los ciclistas lo agradecerán. Qué gran Vuelta nos espera. En ello estamos. Mañana comienza. En Córdoba. Los exégetas hablaban de participación. Pero no estará, claro, Marco Pantani, el único ciclista excitante de la actualidad. El ganador de Giro y Tour no se ha sentido con fuerzas, ni ganas, de intentar una triple corona histórica, única e imposible. Ahora anda de fiesta en fiesta, aumentando su leyenda popular. Tampoco estará Jan Ullrich, el alemán derrotado en el Tour. Como decía Induráin, la revancha de la carrera francesa sólo se puede dar en la misma carrera un año después. La Vuelta, como el Giro, es otro mundo.También los optimistas hablaban de espíritu. La salvación del ciclismo mundial pasa por las carreteras españolas, proclamaban. El deseado año cero, el inicio desde bases diferentes, tendría lugar en la Vuelta. Se acabaron las charlas en torno a la EPO. Viva la bicicleta. Los jueces y policías, a verlo por la tele. El aficionado aplaudirá a sus héroes sin reticencias. Pura publicidad.
¿Zülle? Ya participó en 1997. De hecho, el suizo ganó esa Vuelta, igual que la de 1996. ¿Jalabert? También corrió en el 97 el ganador de la Vuelta de 1995. El ucranio Gontchar tampoco será una novedad, ni el suizo Dufaux (tercero el año pasado). Por contra, no estará Tonkov, uno de los favoritos. Novedad, novedad, la única es la presencia de Richard Virenque. También se habla de una alucinación hecha ciclista belga de veintipocos años y más clase que Merckx y Van Looy juntos. Es Frank Vandenbroucke, el primer ciclista grunge digno de ese nombre. O sea, nada. La Vuelta sigue como siempre. Y en septiembre.
La teoría lanzada a bombo y platillo durante el Tour avanzaba que la Vuelta 98 sería la madre de todas las carreras, con mejor participación que nunca y más ganas de correr también. La realidad ha avanzado otra percepción, más acorde con lo vivido los últimos años. ¿Participación?, la de siempre. ¿Ganas?, las mismas. ¿Recorrido? Distinto, pero igual. Equilibrado, con tendencia de favorecer a los escaladores, con cuatro y media llegadas en alto. ¿Fuerzas? ¿Qué es eso? La Vuelta es un asunto español aunque no la gane ningún ciclista local desde que Melcior Mauri lo hiciera en 1991. Sin embargo, hay que viajar 11 años hacia atrás, al 87 de Lucho Herrera, para encontrar a un ganador que no perteneciera a un equipo español. Todos los extranjeros que se impusieron a partir de entonces (Kelly, en el 88; Giovannetti, en el 90; Rominger, del 92 al 94; Jalabert, en el 95, y Zülle, en 96 y 97) lo hicieron bajo las órdenes de un director español, vendiendo productos nacionales.
Y esa racha, si los corredores propios Escartín y Olano no lo impiden, debe seguir en 1998. Como casi siempre. Zülle es de nuevo el gran favorito. Puede convertirse en el segundo corredor que gane tres Vueltas. Y también es suizo, como Rominger, el único que lo ha conseguido hasta ahora. Y también lo puede hacer en la última década del siglo. Y también las puede ganar de forma consecutiva. Y Jalabert, el único junto a Mauri y Zülle, ciclista en activo que ha ganado alguna vez la Vuelta, soporta el cartel de favorito también. Le bastará con no sufrir su habitual desfallecimiento en alta montaña. O sea, con estar en gran forma. Los dos, Zülle y Jalabert, correrán pagados por patrocinadores españoles. Como debe ser. Esto es la Vuelta. Esto es el ciclismo español. Aunque también lo son el sobrevalorado bloque del Kelme (Heras y Serrano como monaguillos de Escartín), el Chaba Jiménez, que lleva una temporada buscando estar a la altura de su espectáculo; Casero y Santi Blanco, los jóvenes del Vitalicio, también buscando estar a la altura de sus declaraciones y de sus deseos, respectivamente; y Zarrabeitia, Cuesta y Etxebarria, los bellos corredores del ONCE a la sombra de Jalabert.
Dicen, finalmente, los cínicos, que ganará la Vuelta un corredor sorpresa. Alguien inesperado que se aprovechará del cansancio de los favoritos.
Eso será la Vuelta, la revancha del ciclismo tras el Tour.
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