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Las catedrales del vino

Horta de Sant Joan es el único pueblo de Cataluña que ha dedicado una calle a una dirección general de la Generalitat, la del Medio Natural, porque los políticos de Barcelona pagaron la rehabilitación de este paseo. Pero los portalets, unos bancos de piedra de la misma calle, son el mirador idóneo para descubrir el verdadero carácter de esta seca y árida comarca, ligada casi exclusivamente al aprovechamiento de cada palmo de tierra. La agricultura de secano -vino, aceite y almendras- es el principal sustento económico de la Terra Alta, que gira en torno a las cooperativas surgidas a principios de este siglo. Gandesa y El Pinell de Brai disponen de dos extraordinarios edificios que albergan lo que en la zona se denomina el Sindicato. Las cooperativas fueron diseñadas por un discípulo de Gaudí, el arquitecto César Martinell, y constituyen un claro ejemplo del modernismo catalán. Por eso se les llama las Catedrales del Vino. Las de Gandesa y El Pinell tienen la misma estructura arquitectónica, pero la segunda destaca por las cerámicas policromadas de su fachada, obra de Xavier Nogués, y en perfecto estado de conservación porque permanecieron guardadas en sus sótanos durante la guerra civil. Las cerámicas forman un friso de 45 metros de longitud con escenas alegóricas y grotescas de diferentes tareas agrícolas y de unos cazadores embriagados. Ambas cooperativas están construidas con baldosas y ladrillos planos, y el interior se caracteriza por las grandes arcadas catalanas que descansan en unos arcos parabólicos abiertos en diferentes niveles.

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