Taxistas
En pocos lugares se dan tantas facilidades para tomar un taxi como en Madrid. Mientras que en ciudades de fuera de España tienes que ir a la parada a llamar por teléfono, aquí levantas la mano y tienes taxi, aun sin tener, como decía don Eugenio d'Ors, taxiappeal. Lo que no es tan seguro es que este sistema que hace la felicidad del usuario haga también la de los taxistas. Cualquiera que utilice a menudo el servicio escucha sus quejas. Tienen que trabajar 14 horas o más, según dicen, para llevar a casa un salario decente. Aseguran que hay demasiados taxis y critican al Ayuntamiento porque no amortiza las licencias de los que se van jubilando.También protestan de la competencia de los intrusos e ilegales. Y hay que decir que, como en todo gremio, no faltan en el taxi los estafadores que les hacen un flaco servicio a sus compañeros. En alguna ocasión me he dado cuenta de que un contador estaba amañado porque sabía lo que costaba aproximadamente un servicio. O amigos extranjeros llegados a Barajas se me han quejado de haber pagado por la carrera más de lo establecido. Según decía Tatiana Escárraga en el excelente reportaje publicado en estas páginas, la subida de tarifas autorizada recientemente no ha acabado con el descontento de los taxistas. Hay que decir que el servicio no es caro en Madrid, si se compara con el de otras ciudades de parecida importancia. Sea por la "población flotante", sea por la manía de "pasear" en coche de algunos madrileños, el caso es que aquí es "hora punta" a todas horas.
El taxi es "transporte público", y la solución a los grandes atascos que sufre la ciudad pasa por algún sistema de subvención a los taxis; a lo que, siendo más ambicioso, se podría añadir la prohibición de la circulación privada en ciertas zonas. El servicio de taxis es de las mejores cosas que tiene Madrid. Lo que hace falta es que lo sea no sólo para el pasajero, sino también para el taxista. No oír quejas durante la carrera sería ya la felicidad completa.
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