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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Infórmense

Escribo esta carta para avisar al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid de la existencia de una cosa que se llama teléfono, de otra que se llama fax y de una tercera cosa, bastante importante también, que se llama ordenador. Mediante esas herramientas es posible informarse mutuamente no sólo entre casas, sino también entre organismos, incluso municipales y autonómicos. Su principal utilidad reside en que se puede avisar de un sucedido o acontecimiento de forma instantánea, o también con mucha antelación.Les cuento esto porque da toda la impresión de que en el Ayuntamiento de Madrid lo que hace un concejal en su distrito lo desconoce completamente el del distrito contiguo. También en la Comunidad, a veces, lo que hace un consejero parece desconocerlo el que se sienta a su vera. Debe ser necesariamente así, porque, si no, no se puede explicar la descoordinación existente entre unos y otros. La ciudad es un continuo, una especie de entramado donde un pequeño movimiento en un extremo de la malla repercute en el eslabón contiguo y en el más alejado. Viene a cuento esto que les digo porque sería posible realizar estudios previos de impacto ambiental, pero sobre todo vecinal, antes de embarcarse en poner patas arriba la ciudad, como ha sido el caso durante este terrible año que llevamos, verano incluido. Me imagino que las autoridades municipales y comunitarias pensarán en la ingratitud de los madrileños, en la necesidad de las grandes obras públicas que luego repercuten en bien de todos, en cuándo se van a hacer las obras si no es en el mes de agosto y en la cantidad de injustas críticas que reciben.

Para consolarles les diré que nadie en su sano juicio puede oponerse a que la ciudad sea reparada, crezca y se desarrolle. El problema del que se quejan los ciudadanos no es ése. El verdadero problema es cuando todas las obras se hacen a la vez en el mismo sitio, en sitios cercanos o en barrios que tienen relación directa, de forma que el no tener en cuenta esos datos convierte la vida cotidiana de miles de ciudadanos en un auténtico infierno. De ahí la conveniencia de hacer las obras gradualmente y, eso sí, con suficiente calidad como para no tener que levantar la misma acera seis veces al año para ajustar una chapuza mal hecha en cinco ocasiones anteriores por una u otra institución, o hacer la misma operación seis veces para introducir bajo esa misma acera seis conducciones distintas. Por consiguiente, exijo a los ediles y consejeros madrileños que empleen el teléfono, el fax y los ordenadores para comunicarse y saber qué hacen.

Claro que esto no sería necesario si cumplieran con su deber de leerse la información de Madrid,ojear simplemente los periódicos o, sencillamente, enterarse de lo que ellos mismos tratan en plenos o en reuniones del gobierno.

Así que ya saben. Cumplan con su deber, que yo cumplo con el mío, pago mis impuestos, trabajo como una mula diariamente, me formo como ciudadano y, encima, sus errores continuados hacen que muchas personas como yo debamos de asumir la violenta tarea de convertirnos en Pepitos Grillos y perder tiempo en criticar lo que ustedes hacen mal.

Pero no es un problema económico, es sencillamente un asunto ético. Si alguno de nuestros ediles encuentra obstáculos en su trabajo, que lo diga, que para eso estamos los ciudadanos. Pero,por favor, no nos hagan desencantarnos más con la política,que es algo necesario, que costó muchísimo conseguir que pudiera hacerse pluralmente. Anímense, infórmense, comuníquense, que la vida en Madrid podría ser un placer, a nada que ustedes se la tomaran en serio.-

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