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Los "mossos" acusados de agresión urdieron un pacto de silencio

Los siete agentes de los Mossos d"Esquadra suspendidos de empleo y sueldo por su presunta implicación en la agresión a un detenido magrebí en los calabozos de la comisaría de Roses el 4 de agosto, establecieron un pacto de silencio para ocultar su complicidad en la agresión. En un principio se negaron a declarar ante sus superiores, pero al día siguiente dijeron que no habían visto nada y alegaron que no habían colaborado antes porque estaban nerviosos. Ante las sospechas que levantó su actuación, la investigación que lleva la fiscalía ha acabado implicando, además de al principal acusado, detenido el mismo día de los hechos, a estos siete agentes que estaban de servicio en las dependencias policiales. Algunos de ellos podrían haber impedido que una cámara de los calabozos registrara a los agresores en la celda del detenido. Las acusaciones que pueden recaer sobre los agentes están tipificadas como muy graves por la normativa de los Mossos y podrían acarrear, además de penas de cárcel, su expulsión del cuerpo. Los siete agentes están acusados de colaborar o encubrir al agresor. Infracción muy grave El jefe de la región policial de Girona, Joan Miquel Capell, advirtió ayer que en el régimen disciplinario del cuerpo "la no denuncia de un delito perseguible de oficio por los miembros de la policía es una infracción muy grave". Y añadió, en referencia al pacto de silencio de los mossos implicados, que "también está tipificada la negativa a colaborar en la investigación de un delito". Capell aseguró que el conocimiento de esta presunta agresión no ha despertado un sentimiento de solidaridad por parte de sus compañeros. "Tanto entre mandos intermedios como entre agentes se detecta una clara reprobación de lo sucedido", aseveró. El principal agresor declaró ante sus superiores que sólo había dado dos bofetadas al detenido. Le comunicaron que eso ya era un delito y que quedaba arrestado. El agente, asistido por un abogado, se negó posteriormente a continuar su declaración. El súbdito marroquí Driss Z., de 45 años y con antecedentes penales, fue detenido el 3 de agosto por una patrulla de los Mossos en Sant Pere Pescador porque circulaba con su vehículo en dirección prohibida. La negativa del conductor a identificarse derivó en una pelea, en la que un agente se fracturó una mano. Al día siguiente, Driss Z. denunció que había sido golpeado en el interior del calabozo por un grupo de mossos que pretendían vengar a su compañero. Los mandos policiales enviaron al detenido al hospital de Figueres, donde le diagnosticaron contusiones y fisuras en tres costillas. La Generalitat ejercerá la acusación particular para depurar responsabilidades. El PSC pedirá al consejero de Gobernación que acuda al Parlament para explicar unos hechos que, según el diputado Martí Sans, "vulneran los derechos más elementales de los ciudadanos".

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