Alerta general en Estados Unidos ante el temor a represalias terroristas
Estados Unidos evaluaba ayer con aprensión el doble bombardeo realizado el día anterior contra presuntos objetivos terroristas islámicos en Afganistán y Sudán. El Pentágono se mostraba satisfecho con los objetivos logrados, aunque esperaba tener más datos de lo ocurrido en Afganistán para decidir sobre si lanzaba un nuevo ataque. Pero, al tiempo, el FBI alertaba a todas las policías estatales y locales contra una posible represalia que ya han prometido algunas de las organizaciones extremistas islámicas. Dos de cada tres norteamericanos aprueban la decisión de su presidente, quien, no obstante, sigue sin librarse del fantasma Lewinsky, ahora con nuevas revelaciones sobre sus relaciones amorosas ante el gran jurado.
"Todos los agentes deben observar en su trabajo una vigilancia especial", ha alertado el FBI, al tiempo que la seguridad era reforzada en edificios públicos y dependencias clave como los aeropuertos o las instalaciones militares y diplomáticas en el exterior, incluida la Embajada en Madrid. Todos los norteamericanos que viven o viajan a otros países han recibido la recomendación de ser cautos. Las prevenciones estaban justificadas. Estados Unidos es el enemigo número uno de los extremistas islámicos y, como manifestó ayer el jeque Mohamed Omar, ideólogo de los talibán, "Dios mediante, daremos una respuesta a Estados Unidos tan lejos como podamos". Clinton analizó ayer con sus consejeros la situación. Washington mantiene que sus ataques estaban bien fundamentados, a pesar de los desmentidos del Gobierno sudanés, que mantiene que la planta atacada sólo fabricaba productos farmacéuticos convencionales y que pedirá a la ONU que envíe expertos para confirmarlo. Washington asegura que allí se fabricaba un componente para un gas paralizante y que la prueba de su valor estratégico estriba en que era custodiada por soldados. La evaluación de lo conseguido en Afganistán se vio retrasada, aparentemente, por el mal tiempo reinante en la zona, que no permite que los satélites espía realicen fotos nítidas. Nada se sabe del paradero de Osama Bin Laden, el supuesto cerebro de las operaciones de los extremistas contra intereses norteamericanos. La comunidad internacional se dividió entre los "indignados" -encabezados por el líder ruso, Borís Yeltsin, y los Gobiernos de Libia, Irán e Irak- y la comprensión de la mayoría de los países occidentales, España entre ellos. Francia matizó su apoyo al reclamar "la cooperación internacional en la lucha antiterrorista".
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