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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Historia con moraleja

Las cosas, generalmente y por muy revestidas de normalidad que se nos presenten, frecuentemente suelen ocultar aspectos de su auténtica naturaleza y esencia, que, de ser evidentes, nos pondrían los pelos de punta. Digo esto porque os quiero contar una historia muy cortita para haceros pensar y cuya mejor moraleja, para mí, reside precisamente, y una vez más, en poner en tela de juicio la clásica escala de valores que se nos ha inducido a creer y utilizar como cierta desde que éramos niños.

Resulta que hace poquísimo tiempo los ictiólogos (especialistas en peces, como sabéis) acaban de descubrir en las aguas poco profundas del Pacífico sur un pequeño tipo de pez, más bien normalito de forma y color, un pececito, en definitiva, que les había pasado inadvertido hasta ahora a los biólogos marinos, precisamente por su falta absoluta de características visualmente notables y que, por lo que aseguran, es presa fácil para especies mayores que él, que son la práctica totalidad del resto; pero al observar con detenimiento sus hábitos de comportamiento, los científicos se quedaron atónitos y dispersos. Claro que era presa fácil, es que además se comportaba más como un suicida que como una víctima desprevenida, exhibiéndose descarado ante sus posibles captores como si no fuera con él la cosa; así, tan tranquilo, a la vista de todos, cuando, de repente, ¡zas!, un destello de luz y una boca negra y enorme que literalmente lo engulle vivo y entero; ya está, se acabó... ¿Se suicidó? Qué va. Resulta que el inocente pececillo de marras, una vez en el tubo digestivo del depredador de turno, comienza inmediatamente a comerse las entrañas de su casero, tardando de dos a tres minutos en salir por la cloaca de tan acogedor restaurante para, bien alimentado con su manjar favorito, volverse a poner de nuevo a la vista de cualquiera, abandonando a su suerte al infortunado captor, vivo y moribundo, a merced de la bellísima, abundante y siempre hambrienta naturaleza marina, circundante y multicolor. Lo que es la vida, ¿verdad?-

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