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Reportaje:

Un pueblo unido a una montaña de sal

Cardona y la sal han hecho un recorrido paralelo. La una sin la otra pierden sentido en su origen y en su fin: ambas han decidido seguir unidas en el futuro a través del desarrollo turístico. Ahora, a través de una maravilla geológica única, una montaña de sal, Cardona proyecta su futuro económico apoyada en el sector turístico. Se acabó la ancestral extracción de sal de la montaña ya citada en tiempos de los romanos y la moderna extracción de potasa del subsuelo. Se acabó la riqueza industrial y, como única salida del atolladero en el que había caído el municipio desde que la mina cerró las puertas a principio de la década de los noventa, ha encontrado el turismo. Cardona, siempre presidida por su imponente castillo, ha descubierto con tardanza todas sus potencialidades y atractivos y, sobre todo, lo que más ha tardado en percibir es que detrás de las maravillas naturales y la arquitectura histórica hay un negocio que en otros países haría años que estarían explotando. A pesar de su pasado, Cardona es joven en el turismo, una inexperiencia que la hace carente de algunos servicios pero que le abre un futuro esperanzador. "La montaña de sal nos ha recuperado el optimismo", explica uno de los restauradores de la población que desde hace un año, aproximadamente, ha visto cómo el negocio reemprendía la actividad que había tenido en otros tiempos de bullicio económico. En el primer año de apuesta firme por el turismo han pasado a visitar su montaña de sal casi 60.000 personas, una cifra que se pretende superar ampliamente en el presente ejercicio. Los distintos componentes salinos que se encuentran en la formación están sometidos a la erosión de la lluvia, pero el proceso de disolución embellece la montaña al hacer relucir los finos cristales salinos. Al mismo tiempo, las fuerzas tectónicas se encargan de hacer emerger el pliegue hacia el exterior. En el interior de la montaña, en su cota más baja, se encuentra una antigua galería de servicios de la mina que ahora ofrece un recorrido entre el rojizo y el blanco de las carnalitas, silvinitas y halitas que es una explosión de belleza desconocida. Hay perforaciones de tanta o más belleza que han originado las corrientes de agua, como el Forat Micó, pero que en estos momentos están reservadas exclusivamente a espeleólogos. Más allá de las entrañas de la montaña, se puede ver el recinto minero, donde hay en proyecto una inversión de 400 millones de pesetas para adecuarlo al uso museístico y turístico. Y ya en el núcleo del pueblo se encuentra un pequeño museo de la sal que da paso a una visita al núcleo antiguo, donde se mantienen vestigios de una serena y sólida construcción que fue contrapoder de los señores del castillo. Además del Portal de Graells, que era puerta de entrada para los visitantes que llegaban a la población desde la zona de Solsona y Berga, la población tiene una interesante plaza de la Fira, con un mercado dominical, y una interesante iglesia gótica. Y desde la zona urbana se accede al omnipresente castillo. La población de Cardona ha sido, históricamente, punto de referencia para los municipios más próximos. Durante centurias, las familias de nobles que han vivido en Cardona han querido tener a sus pies todo lo que estaba a la vista. Por su sal, por su castillo, por las familias de nobles que lo ocuparon durante siglos, por su industria, por su catalanidad, que la hizo sucumbir después que Barcelona en los hechos de 1714, por sus fiestas... La modernidad e industrialización que hicieron recuperar a la localidad el prestigio durante los siglos XIX y XX la habían condenado, en las últimas décadas del XX, a un progresivo deterioro. La población ha vivido en cierto modo aislada. Unida en el subsuelo con otras poblaciones de la comarca del Bages donde aún se extrae potasa (Súria, Sallent y Balsareny), en cambio se ha mantenido distanciada en la superficie. Su señoría ducal en unas épocas y sus pésimas comunicaciones en otras la habían situado en un rincón que explica por qué es la única población del Bages que no pertenece al partido judicial de Manresa. Pero el rumbo económico de la población parece haber cambiado en los últimos años, según afirma la alcaldesa Maria Àngela Gassó. -¿La población nota el cambio? -Entre nosotros decimos "hoy hay forasteros", que es el mejor síntoma de que la población recibe visitas de gente desconocida en un número significativo para que sea apreciable por nuestros ciudadanos. -¿Y se aprovecha el paso de "los forasteros"? -Hombre, la gente de Cardona se lo empieza a creer. Y en los últimos meses se han ampliado restaurantes, se han creado empresas de ocio que ofrecen excursiones a caballo, en bicicleta y en todoterreno; se han potenciado las empresas de turismo y se ha creado alguna de agroturismo. Su enorme castillo medieval, hoy reconvertido en parador de turismo, el templo románico de Sant Vicenç -construido en el siglo XI y ejemplo sin igual del románico lombardo que se encuentra en el mismo recinto-, su montaña de sal única en Europa y su núcleo antiguo de población, aún con muchos vestigios conservados de las últimas centurias, son un diamante en bruto que reúne todos los elementos para poderse convertir en uno de los grandes destinos turísticos de Cataluña.

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