Motos
El ruido de las motos con escape libre se está convirtiendo en un verdadero azote para los ciudadanos. En las últimas semanas, dos escritores, columnistas habituales de la última página de EL PAÍS, Félix de Azúa y Vicente Verdú, este último desde su retiro estival de Santa Pola, dedicaban por entero su espacio a lamentarse de esta plaga. Hace unos días se hizo obligatorio para los conductores de motos de gran o pequeña cilindrada el uso del casco integral para proteger su cabeza de posibles lesiones en caso de accidente. Pero, ¿qué autoridad es la llamada ahora a proteger nuestras cabezas del ruido diabólico de sus motos con tubo de escape libre? ¿Cómo es posible que se tolere esta situación en la que unos cuantos imberbes con tubos de escape perforados tengan a todo el mundo al borde de un ataque de nervios?
En el centro de Madrid, concretamente, la vida empieza a ser difícilmente soportable, y tienen mucho que ver los altos niveles de ruido. Una estadística municipal recientemente publicada refiere la pérdida de un 36% de habitantes en los últimos 20 años en el distrito de la capital. Esta pérdida no es sólo vegetativa -es decir, porque sean más los que mueren que los que nacen-, sino también por fuga poblacional, o sea, por emigración de sus habitantes hacia una periferia supuestamente más apacible.
Pero es inútil, donde quiera que uno se vaya, los ruidosos jóvenes motorizados le perseguirán. Es una plaga nacional. En Madrid, en Barcelona, en Cáceres, en Santa Pola.., en cualquier pueblo grande o pequeño de la costa o del interior, allí estarán ellos atronando las calles desde la mañana hasta el amanecer. A todo el mundo molestan. Todos echan pestes del ruido de las motos, pero nadie hace nada. Sin embargo, poner fin a esta situación debería ser mucho más fácil de lo que fue en su día hacer obligatorio el uso del casco protector. Sabemos que en Madrid el actual alcalde anda desde hace años midiendo aquí y allí decibelios de motos, ambulancias y otros ruidos. Eso está bien. Cuando ya sepa cuántos son, que nos lo diga. Así sabremos cuántos votos valen.-
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