La versión cubana del "Calígula" de Camus llega a Sagunt a Escena

El Calígula de Albert Camus pertenece a esa corriente del teatro francés de tesis que estuvo tan en boga en el periodo de entreguerras y durante los años de posguerra, y sólo en ese sentido se lo puede emparentar con ciertas obras de Jean Paul Sartre, como A puertas cerradas, ya que se trata de obras escritas con el propósito testimonial de demostrar algo, bien una teoría ("el infierno son los otros", en Sartre) o una evidencia que se convierte en constatación desgarrada, como es el caso del "los hombre mueren y no son felices" que Camus pone en boca de su sangriento emperador existencialista. En cualquier caso, Camus, llevado de su exquisito lenguaje, lleva a cabo en esta obra una completa disección del mortal desasosiego que acontece cuando alguien no distingue claramente el sentido de los límites propios de lo humano, caso de que existan. Esta obra, que quizás adquiere en Cuba otras connotaciones, por aquello de que su protagonista es un tirano clásico con problemas, viene a Sagunt a Escena (días 19 y 20) en un montaje de la compañía El Público, de La Habana, que la estrenó en su país hace un par de temporadas, obteniendo el Premio Villanueva al Mejor Espectáculo de 1996, y se presentó en España en la pasada edición del Festival de Mérida. Un numerosísimo reparto, dirigido por Carlos Díaz, pone en pie esta obra ya clásica, con la colaboración de Everardo Chávez Rosado en la iluminación y en la música, y la de Miguel Arcángel Ojeda Sánchez en la escenografía. La compañía se formó en 1990, siendo El zoo de cristal su primer montaje, y hace "infinitas las categorías de tiempo y espacio a través de una serie de elementos visuales" en Calígula, y la situación de partida se hace más compleja por "ciertos simbolismos que al final juegan no sólo con el factor sorpresa sino, además, con la metafísica".