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Tribuna
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Mujer

La semana pasada se produjo en El Arahal (Sevilla) el último asesinato de esa plaga interminable de muertes absurdas, en la que con demasiada frecuencia suelen terminar las disputas en el seno familiar. Una ira apenas contenida de hijos y familiares enlutados, un sinfín de vecinos acompañantes en la indignación y una cantinela que se entreoye en el murmullo con el consabido "esto se veía venir", son todos los aparejos que acompañan a la esposa y madre de turno en su camino hacia el cementerio. Verdaderamente poco, para quien normalmente se ha desvivido por su familia trabajando de sol a sol y cuyo mejor merecimiento hubiese sido llegar a esa media de vida de los 83 años, con la que la naturaleza le hubiese recompensado de no haber tropezado con un compañero asesino. Las hay de todas las edades, credos y orígenes y son el mayor agujero negro en el que se desintegra el Estado Social de Derecho y Justicia que pregona nuestra constitución. Las instituciones, como no, intentan poner soluciones: en el Congreso se va a debatir una reforma del Código Penal que permita el alejamiento obligatorio, la Junta de Andalucía tiene en marcha programas de seguridad que incluso llegan a ocultar a mujeres amenazadas, y cada vez es mayor la concienciación de las policías locales andaluzas para hacer frente a las agresiones a mujeres. Pero por desgracia todavía sigue siendo poco y, o nos tomamos en serio el problema o las agresiones, violaciones y asesinatos de mujeres por su pareja seguirán siendo el pan nuestro de cada día. Probablemente haya llegado el momento de plantearnos la creación de una Consejería de la Mujer en la Junta de Andalucía, que sirva de punta de lanza para atacar el problema y para darle una solución integral: que promueva la educación de la tolerancia en el seno familiar y la integración de la mujer en el ámbito laboral, que promocione la sanción social de los comportamientos potencialmente agresivos y que garantice que cualquier mujer maltratada va a disponer instantáneamente de un salario social y de una vivienda para ella y sus hijos y que el delito contra ella cometido va a ser perseguido de oficio hasta el final.

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