El efecto asiático
El crecimiento de tráfico aéreo en Asia se ha desacelerado del 10,3% en 1996 al 4,4% en 1997 y los fabricantes prevén que continuará frenándose durante este año. Garuda, la línea aérea de bandera indonesia, ya ha suspendido sus vuelos a Filipinas, Singapur, Tailandia, Malaisia, Los Ángeles y a varios puntos de China. El año pasado, esta aerolínea ganaba 17 pesetas por cada kilómetro volado por pasajero y este año esa cantidad se ha reducido a 7,7 pesetas. Todas las líneas aéreas de la región, que habían experimentado un crecimiento espectacular entre 1990 y 1996, registraron grandes pérdidas en el último año y medio.
También Philippine Airlines ha suspendido la mayoría de sus vuelos transoceánicos cuyo pasaje es mayoritariamente de origen asiático y ha concentrado sus recursos en los vuelos nacionales y regionales. Incluso ha cancelado la compra de varios aparatos y estudia vender parte de su flota. Medidas similares han sido adoptadas por las líneas aéreas de bandera de Indonesia, Singapur, Tailandia y Corea del Sur. Esta última, ya ha vendido 20 aparatos.
Sin embargo, Boeing calcula que en un plazo superior a cinco años, el tráfico aéreo en esta región volverá a los niveles de 1996. Airbus también cree que la crisis no tendrá efectos negativos y destaca que el mercado afectado representa sólo el 7% del tráfico mundial.
Según los análisis, las aerolíneas del sureste asiático (donde existen 64 compañías, de las cuales 20 son chinas) serán las que más necesitarán y comprarán los aviones de más de 500 plazas, cuya construcción ya ha decidido emprender Airbus, y Boeing todavía estudia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.