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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pretemporada vasca

Cuando faltan apenas dos meses para el inicio de la campaña electoral vasca, todos los partidos dicen que es pronto para hablar de coaliciones, pero no hablan de otra cosa. La salida de los socialistas del Gobierno vasco tras una década larga de alianza con el PNV ha abierto diversas expectativas y todos tratan de mejorar sus posiciones de partida con técnicas de jugador de mus.El lunes se reúne la dirección del PNV para perfilar su estrategia electoral y de alianzas, pero la dirección del partido en Vizcaya ya ha adelantado el mensaje de que prefiere pactar con el PSOE, aunque no descarta otras posibilidades, incluyendo la de un Gobierno nacionalista. Con esa doble carta respondía a ciertos gestos de los socialistas destinados a marcar su propio territorio: condicionar cualquier nueva alianza a la revisión de la política cultural y lingüística, por una parte, y a la existencia de un acuerdo sobre pacificación, por otra.

El tercer socio del tripartito vasco, Eusko Alkartasuna (EA), considera difícil reeditar el pacto con los socialistas a la vista de los motivos aducidos por éstos para abandonar el Gobierno, y defiende la fórmula de Gobierno PNV-EA, con apoyo exterior de Izquierda Unida y HB. Aprovechando el barullo, Herri Batasuna ha anunciado su propia alternativa: una propuesta de acuerdo nacional -no de gobierno- sobre la base de la defensa de la autodeterminación y en el que podrían integrarse PNV y EA, pero también Izquierda Unida y un sector filonacionalista desligado del navarrismo.

Hasta hace poco, el PNV daba por supuesto que si no había acuerdo con el PSOE lo habría con el PP como tercer componente de la coalición. Ahora eso no es seguro a la vista de los contactos entre socialistas y populares para actuar con una cierta coordinación en sus relaciones con los nacionalistas vascos. Por lo que se sabe de la entrevista entre Mayor Oreja y los socialistas Redondo y Benegas, celebrada el 30 de julio, ambos partidos están de acuerdo en intentar reincorporar al PNV al consenso antiterrorista, y piensan que tal cosa sólo será posible si mantienen un mismo nivel de exigencia a la hora de concertar alianzas. Más concretamente, que ninguna de las dos formaciones aceptará integrarse en un Gobierno de coalición con el PNV mientras este partido insista en ir por libre en materia de pacificación; sobre todo, en mantener contactos blindados con HB a la vez que mantiene congelado el Pacto de Ajuria Enea. Para los sectores del PP y del PSOE más favorables al entendimiento, la fórmula óptima de Gobierno sería PNV-PSOE-PP. Pero esa combinación sólo tendría oportunidad si los resultados electorales impidieran al PNV conformar una mayoría alternativa.

Los últimos sondeos no auguran cambios espectaculares, lo que significa que seguramente seguirán siendo precisos tres socios. La hipótesis de un Gobierno de frente nacionalista, con HB, es poco realista. Al margen de lo que sus oradores digan en los mítines, si el PNV no se fía del PSOE o del PP, mucho menos se fía de HB; una cosa es hablar de la patria y otra gobernar: administrar el presupuesto. Además provocaría división en el electorado y en el propio partido. El ex consejero de Cultura y parlamentario nacionalista Joseba Arregi sostenía en un artículo publicado hace un mes en la prensa vasca que incluso si ETA abandonara la violencia, no por ello dejarían de ser totalitarios y se convertirían en democráticos los planteamientos y fines de ETA y HB.

Es cierto que la participación en un Gobierno nacionalista podrá ser algún día la forma de integración de HB en la vida democrática, pero antes habrá tenido que reconocer el pluralismo de la sociedad vasca y renunciado a su política de imposición. De momento, en todo caso, tanto el PP como el PSOE trabajan con la hipótesis de que el PNV preferirá no hacer experimentos. Pero sólo se sabrá con seguridad después del 25 de octubre.

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