Los países occidentales piden a sus nacionales que abandonen inmediatamente Kinshasa
Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia y otros países de la Unión Europea pidieron ayer a sus ciudadanos que abandonen inmediatamente Kinshasa. Algunas compañías aéreas han comenzado a cancelar sus vuelos a la República Democrática de Congo. El presidente Laurent Kabila desmintió con su presencia en la capital los rumores que apuntaban a una huida. La radio pudo volver a emitir ayer. Kinshasa ha estado sin electricidad desde la tarde del jueves, cuando los rebeldes banyamulengues capturaron la central hidroeléctrica de Inga.
El retorno de la electricidad en el centro de Kinshasa fue aprovechado por la emisora oficial de La Voz del Pueblo para asegurar que las tropas del Gobierno habían recuperado ayer Inga. Ninguna fuente independiente lo confirma. Hasta el momento todos los anuncios gubernamentales han resultado ser falsos. Carecen de credibilidad. La radio oficial emite gracias a un generador y la fuerza eléctrica que alumbra ahora el centro de la ciudad procede de Zongo, un poco más al Norte.Una prueba de que la situación militar es calamitosa para el presidente Kabila es la destitución fulminante del nuevo jefe del Estado Mayor y cuñado de Kabila, Célestin Kifua, nombrado hace tan sólo un mes en sustitución del tutsi James Kabare, el hombre que dirigió la ofensiva militar contra Mobutu hace 15 meses y que ahora se le supone al frente de la revuelta de los banyamulengues. Otra prueba de la debilidad del actual Gobierno es el alistamiento masivo de niños, denunciado ayer por Unicef desde Ginebra. Su Ejército de 140.000 hombres no ha aparecido por ninguno de los frentes de lucha.
El que por ahora aparece como el máximo jefe militar de los sublevados, Jean-Pierre Ondekane, aleccionó ayer a sus tropas en Sake, al norte de Goma. "¡Vamos a liberar Congo!", dijo, descartando cualquier negociación con el actual presidente. "Es demasiado tarde".
Apoyo de Washington
Fuentes de los rebeldes han dejado caer la sugerencia de que cuentan con el apoyo implícito de Estados Unidos, el gran aliado de Ruanda y Uganda en la zona, dos países que pese a su negativa, apoyan a los banyamulengues. Ondekane, vestido de traje de camuflaje, se declaró como un soldado congolés dispuesto a luchar por su país. "La gente que arriesgó sus vidas para liberar el país, no lo hizo para instalar en Kinshasa el nepotismo y la dictadura".Al poco tiempo, tres aviones de carga partieron del aeropuerto de Goma en dirección desconocida. Se supone que son hombres de refuerzo, bien equipados, con destino al frente occidental para participar en la captura del puerto fluvial de Matadi. De ahí a Kinshasa sólo hay 300 kilómetros de pésima carretera de tierra y un ferrocarril construido por los belgas que aún parte con una puntualidad colonial.
Ayer circularon intensos rumores en Kinshasa: ""Kabila ha huido". El presidente, que se encontraba en Lubumbashi, la segunda ciudad en importancia, regresó con urgencia a la capital para evitar un vacío de poder y proclamar que tiene el control de la situación.
Una eventual conquista del puerto de Matadi, que abastece a la capital, inclinaría la balanza a favor de los rebeldes. El resto del país, caería en sus manos como un castillo de naipes.
Por eso, los Gobiernos de los principales países europeos, EEUU y Japón han pedido a sus nacionales que abandonen la capital. El caso de Bélgica es curioso, antes de proceder a la recomendación su compañía aérea había cancelado los vuelos con Congo. Francia ha fletado un avión especial y Estados Unidos ha enviado a la zona varios barcos por si fuera necesario proceder a la evacuación de sus ciudadanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.