Imágenes de una vida
RETRATOS
El diario personal de Graham Russell-Pead no es un libro cargado de anotaciones, sino un álbum de fotos enorme que se engrosa cada día. En las fotos aparecen animales (casi siempre con aire de sorpresa), plantas (menos expresivas), montes, cielos y pueblos (en diversas combinaciones, bajo distintas luces) y, a veces, gente. No mucha, porque Graham suele andar solo. Ahora, una parte de su foto-biografía se expone con el nombre de La Vereda en Genalguacil, un pueblo malagueño de 680 habitantes, retrepado en lo alto de la Serranía de Ronda y bastante aislado del mundo, excepto en la primera quincena de agosto, en la que un encuentro de artistas de toda España le da un relieve especial. Graham, que tiene 48 años, no pensó nunca exhibir su diario, ni lo confeccionó contando con esa posibilidad, como hacen secretamente algunos escritores sedientos de posteridad. Para él es un documento tan íntimo y privado como cualquier diario tradicional, de ésos que dicen "Querido diario, hoy, si me da tiempo, me suicido". Lo es porque da fe del paso demoledor de los días, y de las cosas en que Graham ha ido fijando la vista y, por extensión, la cámara. Pero cuando se instaló en Genalguacil y empezó a fotografiar los alrededores del pueblo y los animales de sus convecinos, la gente sintió curiosidad. Se le acercaron y le pidieron que les dejara ver las fotos. A él se le hizo raro, pero acabó cediendo y peregrinando de un bar a otro con el álbum debajo del brazo. Y al público le encantaron sus fotos, y quisieron más. Entonces él retrocedió en el tiempo y les trajo imágenes de los 21 años que pasó dando clases de matemáticas a miles de colegiales ingleses; del momento en que, tras la muerte de sus padres, decidió retirarse, abandonar Inglaterra y replantearse su vida en Andalucía, "empezar de cero"; de los cinco meses que vivió completamente solo en un tipí (una tienda como las de los indios norteamericanos) en las montañas cerca de Órgiva, en Granada; de cómo reconstruyó la casa de sus difuntos padres y se quedó en Genalguacil, extranjero pero menos. Graham está pausadamente contento del éxito de sus fotos. Agradece el apoyo del ayuntamiento de Genalguacil y de Unicaja a la hora de montar esta exposición, "porque no soy ningún profesional, y esto es una especie de aventura". Querría una cámara mejor, pero tampoco se lamenta de lo que tiene. Y no sabe bien que hará en el futuro. Ha comprobado que cualquier tentativa de hacer planes suele quedar coronada por el fracaso. Sí está seguro de que no va a quedarse quieto en el año 2000. "Todo indica que, con el fin del milenio, se producirá una tormenta electromagnética a escala planetaria. Los ordenadores, los faxes, los teléfonos, todos los aparatos electrónicos van a volverse locos. Y yo no quiero tener nada que ver con ese desastre. Así que me iré a pasar seis meses al Machu Pichu, en Perú, que es un lugar seguro. Luego ya veré si vuelvo y en qué condiciones". ¿No se siente vinculado a su tierra? Porque, después de tantos años, ¿cuál es su tierra? "Mis raíces están en Inglaterra, es verdad. Pero Andalucía es un sitio privilegiado, con una cultura y una luz únicas, que te absorben sin que te des cuenta".
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