Risas de saldo
El televidente ha echado cuentas y opina que lo que tiene más futuro en Canal Sur es un chiste, aunque en dura competencia, todo hay que decirlo, con los videos de los señores y niños de los cantazos y los topetones, a quienes uno lleva tanto años viéndolos caer y tropezar que los considera como los primos desgraciados de la familia. El humorista que acude a Canal Sur, después de enhuerar su ocurrencia, la deja caer en uno de tantos programas de estreno dedicados al género de la astracanada. Dicho programa se repite al día siguiente en horario matutino. Van dos emisiones. Luego llega el verano y los responsables de la cadena, antes de cerrar por vacaciones, la incluyen en Todo a cien, un espacio concebido para saldar chascarrillos de segunda mano y reportajes con sobaduras. Cada entrega de Todo a cien se repite otro día, con lo que van cuatro. Si el chiste es bueno, puede reaparecer en cualquier antología de fin de temporada, que será repuesta a la mañana siguiente con total seguridad. La gracia, un poco deslustrada, pasa entonces a los responsables del archivo, que la guardan con cuidado en el estante de las risas para que, dentro de un lustro, los productores puedan recuperarla para alguno de los espacios tan en boga dedicados a recopilar nostalgias audiovisuales. También puede ocurrir que fallezca el humorista y en su memoria los productores recapitulen sus obras completas, una parte de las cuales rebrotará en el programa de final de año en recuerdo del finado. Otra cuestión es saber cuánto dura la gracia de un chiste, si resiste una carcajada, dos o tres. El televidente, después de seguir con atención las emisiones de Todo a cien estima que dos risas es mucho para un chiste y tres un abuso auténtico. El televidente cree que lo mejor de este programa veraniego es su título, pues encierra todo un ejemplo de sinceridad: el valor está a la altura de la mercancía. El televidente fue testigo de cómo el programa liquidaba a bajo precio debates sobre la bondad de las suegras correspondientes al espacio Aquí se discute; los chistes de catetos de Justo Gómez y de otro ignoto gracioso, y vio con alivio cómo abarataban una entrevista con las dos novias rubias de Ronaldo (una de ellas dijo, con su media lengua: "Estábamos muy apasionados y fui a Holanda y viví un ano"). Entonces sucedió algo memorable: entre las baratijas a cien apareció un mago sacando conejitos de goma del fondo de tres flamencas. "¡Este tipo me suena!", se dijo el televidente. "¡Es el prestidigitador del programa dedicado a la invención de la fregona, el de Ni contigo ni sintigo!". El televidente quedó alarmado y pensó en cuántas veces repetirá Canal Sur aún las patéticas humoradas sobre la fregona y si después las archivará para provecho de los programas de añoranzas. ¡Lo peor de Todo a cien es que sus saldos pueden reaparecer!
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