Escapar del calor
Todo vale cuando hay que escapar del calor. La siesta (que no es más que la versión humana de lo que los osos hacen en invierno en los sitios en los que llega a hacer frío) es un desastre como estrategia cuando el termómetro marca los 40 grados. En Andalucía, el mes de agosto está forzando a la gente a azuzar su ingenio para encontrar la manera de llevar una vida lo más digna posible en un ambiente que anticipa el verdadero horror que deben ser las calderas de Satanás. En familia o en solitario, por el agua o bajo tierra, la prioridad ahora es sobrevivir al calor, esperar hasta que el paisaje deje de quemar y se deje disfrutar.
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