Prodigiosa flexibilidad
FÉLIX BAYÓN Hace unos años, cuando los socialistas gobernaban a la vez el Gobierno de la nación, la Junta de Andalucía y la mayor parte de los Ayuntamientos, era una creencia muy extendida la de que el carnet del PSOE resultaba el más eficaz seguro contra el desempleo. Estuviese o no justificada esta creencia, no cabe duda de que había mucha gente que la tomaba por cierta y que más de un militante del PSOE pidió el ingreso en ese partido pensando en los beneficios que le podía reportar. Esto no sólo explica buena parte de los escándalos vividos por el PSOE en la pasada década, sino también esos otros escándalos, sordos y cíclicos, que se viven en muchos pueblos en los que se producen oleadas de conversiones políticas en cuanto hay un relevo en la alcaldía. En la Costa del Sol, sin ir más lejos, una parte de la militancia socialista desconfía de algunos de sus compañeros temiendo que pueden estar vendidos al GIL. El asunto podría ser achacado a un ataque colectivo de paranoia -una dolencia endémica de la izquierda- si no fuera porque antes se han producido indicios bastante curiosos: el GIL gobierna en Casares gracias a los votos de concejales elegidos en las listas del PSOE, hay cargos de confianza de dirigentes del GIL que son militantes socialistas y hasta ha habido un ex-dirigente y ex-concejal del PSOE de Marbella asesorando políticamente al equipo redactor del Plan General de Urbanismo que fue rechazado recientemente por la Comisión Provincial de Málaga. Cuando entre los socialistas de la Costa del Sol menudean los casos de traición o, al menos, abunda una laxitud moral que parece completamente reñida con aquello que a muchos puede sonar a antigualla y se conocía como "compromiso político", quizá es que ha llegado el momento de comenzar a hacer limpieza. El grupo de militantes de Estepona que investiga a un centenar de sus compañeros por sospechar que colaboran con el GIL tiene sin duda razones sobre las que plantar sus barruntos. Creer que todo esto no es más que un nuevo capítulo de la larga batalla interna del socialismo malagueño no es sino ganas de taparse los ojos. En el pasado reciente, el PSOE ha preferido ocultar la basura bajo la alfombra en lugar de encararse con los corruptos que la producían. Los efectos de ese estúpido pudor que trata de evitar que los trapos sucios se vean desde fuera ya se conocen muy bien. La denuncia de los socialistas de Estepona se produce cuando no ha pasado ni un mes desde que un sector de los socialistas de Marbella denunciara la intervención del GIL en sus primarias. Aquella denuncia fue saldada con una precipitada comisión investigadora que ni quiso comprobar si era cierto que en el censo del PSOE de Marbella hay personas que han sido compromisarios del GIL en las últimas elecciones, ni tuvo la curiosidad de indagar sobre la prodigiosa flexibilidad ideológica de algunos de sus militantes que van y vienen entre el GIL y el PSOE. La denuncia hecha ahora por los socialistas de Estepona merece, sin duda, la atención de los dirigentes andaluces del PSOE, ya que los dirigentes provinciales siguen prefiriendo cerrar los ojos para no ver lo evidente.
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