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Ataque directo a los intereses franceses

Las declaraciones realizadas ayer por Theo Waigel suponen un giro importante en la estrategia de Alemania para reducir sus contribuciones a la Unión Europea. No suponen ninguna novedad en el fondo del asunto, aunque aumenta el nivel de sus exigencias al hablar ya de un tope máximo de su saldo negativo no ya del 0,4% de su PIB, sino del 0,2%.Pero sí hay, sobre todo, un cambio fundamantal: por primera vez Bonn apoya públicamente la iniciativa lanzada hace meses por el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, de introducir un factor de cofinanciación nacional en las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC). Es decir, que las ayudas sean las mismas pero cada cual se pague una parte de las que consume. Un giro que perjudica a Francia - principal beneficiario de la PAC- y beneficia a España porque aleja del centro del debate financiero los costes de la política de la cohesión. Aunque también España, como Francia, recibe más de lo que aporta a la agricultura europea.

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Desde que Alemania planteó la exigencia de reducir su saldo negativo con el presupuesto de Bruselas, París y Madrid han puesto en marcha sus alertas. De forma discreta Francia, porque como segundo contribuyente bruto y primer beneficiario de la PAC, sea cual sea la solución final, le supondrá un gasto. Si se concreta en forma de cheque alemán porque es el país que más aportará para financiarlo. Si se recorta o se redistribuye la PAC porque es su principal beneficiario y perderá parte de sus actuales privilegios. Pero Francia ha tenido hasta ahora la cautela de apoyar genéricamente a Alemania defendiendo que la mejor solución para reducir la aportación germana es limitar el gasto de la UE, sin concretar nunca cómo pero apuntando siempre hacia los fondos estructurales.

La reacción española ha sido más directa porque hasta ayer la única propuesta concreta de Theo Waigel para lograr un ahorro del gasto ha sido la de pedir la supresión del Fondo de Cohesión a los países que se integren en el euro. En ese caso España dejaría de percibir en torno a 170.000 millones anuales. El Gobierno español ha reaccionado planteando a sus socios una propuesta opuesta a las pretensiones alemanas: introducir un factor de progresividad en las finanzas comunitarias que obligue a pagar más no ya a los que tienen más riqueza bruta, sino a los que tienen más riqueza por habitante.

Las palabras de ayer de Waigel son, por primera vez, un ataque directo a los intereses franceses. Al apoyar las tesis de cofinanciar la PAC se alinea al fin en público con la propuesta Juncker y empieza a alejar el fantasma de la exigencia de un cheque alemán que difícilmente será aprobado porque obligaría a beneficiar a contribuyentes netos con un historial menos generoso, como Holanda, Austria y Suecia.

Según las cifras manejadas por Juncker, si de cada 100 pesetas que consumen las ayudas agrícolas el 80% lo financia la UE y el 20% el presupuesto nacional del país beneficiario, la aportación bruta alemana a la UE se recortaría en 510.000 millones de pesetas y el saldo neto en 255.000 millones. ¿Por qué? Porque también en esta materia Alemania paga más de lo que recibe en términos presupuestarios.

En el caso del Fondo de Cohesión -del que sólo se lucran España, Portugal, Irlanda y Grecia- la UE cofinancia el 50%, aunque esas ayudas sólo se destinan a proyectos de medio ambiente y transporte.

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