31 de julio, cita en Azpeitia
Las corridas de toros son el eje de las fiestas de San Ignacio en la localidad guipuzcoana
Del 31 de julio al 2 de agosto, Azpeitia celebra sus saninacios. Tres días de fiestas en esta localidad, situada en el epicentro de la provincia de Guipúzcoa. Con un censo de 14.000 habitantes, el río Urola pasa susurrante a lo largo del pueblo. Azpeitia se fundó en 1310. El 31 de julio de 1609, se cifró la notable fecha de lo que se llamó beatificación de su más preclaro hijo, o sea, Ignacio de Loyola, San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Bajo la cúpula de 24 metros del santuario de Loyola se reunirán hoy miles de personas. Muchos de los que visitan el lugar quieren conocer otros monumentos, como la ermita de Olaz (siglos XIII-XIV) o la casa Basazabal (siglos XIV-XV), entre otros lugares dignos de verse. Azpeitia puede vanagloriarse de ser el lugar de nacimiento de dos artistas del mismo nombre,Juan de Anchieta. Uno de ellos compositor (1462-1523), catalogado como uno de los creadores de la escuela polifónica española. El otro, fue un escultor (1540- 1588) de formación italiana, autor de los retablos de la catedral de Burgos y el de San Miguel de la Seo de Zaragoza. Mas no es lo único que se encontrarán en Azpeitia quienes esos días acudan a visitarla. En esa localidad existe una gran afición por las corridas de toros. Las primeras noticias escritas de la vinculación de Azpeitia con el espectáculo de los toros datan de 1522. Fue a raíz de la canonización del santo, en 1909, cuando por esas fechas saninacias se vienen dando espectáculos que se relacionan con los toros, sea en el correr tras los astados, sea en lo que se ha llamado sokamuturra o toro ensogado. Es a partir del 31 de julio de 1903 el momento crucial para Azpeitia, en cuanto al tema de los toros. Ese día se inaugura su plaza de toros. A punto de cumplir cien años, dentro de un lustro, la plaza de toros de Azpeitia es una preciosidad. Todos los que pasan por ella quedan subyugados. Con capacidad para 4.000 personas, el recinto posee un encanto poco común. Para que todo sea una sorpresa, en el tercer toro de cada espectáculo torero, de pronto suenan unas notas musicales. Es una pieza que toca la banda de música. Es el zortziko fúnebre. Conmemora la música la muerte de un banderillero, de nombre Laca, acaecida en Azpeitia, en la plaza del Ayuntamiento, unos saninacios de 1841. Resulta conmovedor. Todo el mundo de pie, toreros, mulilleros, areneros, el público, escuchando aquellas notas graves, lentas, profundas en el recuerdo. Cada tarde, ese momento del zortziko parece nuevo cada vez. Tal es la hondura y la interpretación de aquel recuerdo de una lejana tarde de la Azpeitia de siempre. En cierto modo se podría hablar de Azpeitia como la plaza de toros de Guipúzcoa por excelencia. Desaparecida la plaza donostiarra del Chofre -aunque este año se inaugura la nueva de Illumbe- Azpeitia ha mantenido el tipo, dotando a Guipúzcoa de un rango taurino de primer orden. En especial, desde 1982, Azpeitia ha conseguido fijar la atención en sus combinaciones.Algunos hablan del milagro de Azpeitia. No hay tal milagro. Hay ganas de dar lo mejor para su pueblo. No hace falta que se les ensalce ni halague. Existe una meta en su mente: que Azpeitia sea reconocida como plaza seria y rigurosa, no importa su acuñación de plaza de tercera categoría. Lo cierto es que al ver estos espectáculos azpeitiarras uno diría que, en términos toreros, se encuentra en la Maestranza del Norte.
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